Nueva York, E.U. / Abril 28.-
A sus 28 años, Yulene Olaizola sabe muy bien que, para conseguir filmar en México, a veces hay que arriesgarlo todo. Tras tocar muchas puertas de instituciones privadas y públicas, la directora decidió apostar su patrimonio personal para poder sacar adelante su nuevo proyecto, “Paraísos artificiales”.
Antes de realizar este filme, Olaizola ganó el reconocimiento del mundo cinematográfico con su primer documental, “Intimidades de Shakespeare y Víctor Hugo”. Una pieza centrada en la relación de su abuela con uno de los inquilinos de su casa de huéspedes en el Distrito Federal, y que fue premiado por diferentes festivales internacionales.
Un logro
Para Yulene, el que “Paraísos artificiales” esté en el Festival de Tribeca es todo un logro, pues según contó a EL UNIVERSAL, el que una película de bajo presupuesto como ésta (costó un millón de pesos) compita con grandes producciones es un gran reconocimiento. “Ya habíamos estado con la película en festivales de corte más experimental pero el que esté compitiendo en Tribeca, que es un festival que mezcla todo tipo de filmes: comerciales, grandes producciones, etcétera, es algo que le abre muchas puertas.
“Esperamos que esto haga que se distribuya en Estados Unidos, que se pueda ver en pequeños foros. Además, es la única película mexicana en competición y es importante representar al cine latino en Tribeca”, aseguró.
Si algo caracteriza a la joven directora es su capacidad para mirar a su alrededor y encontrar en su realidad inmediata grandes personajes pues, según dijo, “Paraísos artificiales” surgió de un viaje a la playa de Jicacal, —ubicada al sur de Veracruz en la llamada región de los Tuxtlas, que es una reserva natural— y su interés por uno de los peones de la zona llamado Salomón Hernández. La locación veracruzana es el personaje más misterioso de la cinta. Lo que más sorprendió de este encuentro a Yulene fue que a pesar de tener muy poco dinero, Salomón llevaba 20 años fumando mariguana todos los días y destinando más de la mitad de su salario a ello. También la conquistó el lugar.
Rehabilitación sin prejuicios
El tema de las drogas está muy presente en la película, pues la otra protagonista, Luisa (interpretado por Luisa Pardo), es una chica de 25 años que huye a ese lugar paradisiaco en busca de un rincón donde poder desprenderse de su adicción a la heroína, otra historia basada en la realidad, explicó Yulene.
“Una de mis mejores amigas se volvió adicta a la heroína. En el momento en el que le pasó esto a mi amiga me di cuenta de lo poco que sabía del proceso adictivo, tanto físico como psicológico, y de cómo casi nadie tiene la información necesaria para entender el problema sin juicios morales y sin ideas estúpidas que hacen que el proceso se complique más”.
Este mismo descubrimiento motivó a la cineasta a querer realizar un proyecto cinematográfico con el cual compartir y denunciar todos los hallazgos de las fallas y problemas a los que se enfrentan las clínicas de rehabilitación de drogas en México hasta que se dio cuenta de que la historia que quería contar era más personal.
“Después de un año de investigar decidí que no quería un filme para dar mi opinión acerca de todo lo que considero que está mal en nuestro país con respecto a este tema sino hacer algo más poético y hablar de las drogas desde una manera más metafórica.
Para mí lo importante, independientemente de que Luisa se drogue o no, es la relación que establece con Salomón. Dos personas de mundos diferentes que logran hacerse amigos y para quienes las drogas son sólo el pretexto que detona que ambos se encuentren”, aclaró.
El roce de la ficción en el documental
Algo muy interesante en la cinta es cómo Yulene utiliza los elementos de un documental para convertirlos en ficción pues todos los personajes, excepto el de Luisa, no son actores sino personas que van reaccionando de forma espontánea a lo que la actriz les plantea y nunca leyeron el guión, “con Intimidades de Shakespeare y Víctor Hugo recibí muchos premios y críticas favorables y algo que me decían mucho es que aunque era un documental, parecía una película de ficción. Y eso me hizo darme cuenta de las posibilidades de mezclar ambos géneros y querer experimentar más. Así que con Paraísos artificiales decidí hacer todo lo opuesto y que hubiera un guión muy específico. Y, que aunque permitiera tener elementos de documental, fuera claramente una cinta de ficción”, aseguró la realizadora.
Acerca de que la cinta toque un tema que habla de las drogas, problemática principal de México hoy en día, Yulene afirmó: “Nunca quise vincular la película con la situación actual por la que está pasando nuestro país respecto a la guerra contra el narcotráfico, pero sí sabía que podía desencadenar curiosidad en ese sentido y que tarde o temprano saldría la conexión con ese tema. Mi historia, más que de drogas habla de dos personas solitarias que pueden encontrarse”.
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