Berlín, Ale. / Marzo 15.-
Josef Fritzl, el austriaco que encarceló a su hija Elisabeth durante casi un cuarto de siglo en un sótano para convertirla en su esclava sexual, algo raro en la justicia popular, ya ha sido condenado a la hoguera eterna por el crimen que cometió, pero, a pesar de las evidencias que existe en su contra, aún no se siente culpable.
La fiscalía austriaca piensa diferente y cree que tiene suficientes pruebas para condenar al “monstruo” a una pena de cadena perpetua en el “juicio del siglo” que inicia este lunes en Sankt Pölten, capital del Estado federado de Baja Austria. La prueba principal es el testimonio de su víctima, Elisabeth Fritzl.
Ella y sus seis hijos no estarán presentes en el juicio que se inicia mañana, pero la fiscalía presentará como prueba para inculpar a su padre, un video donde la mujer, que ya cumplió 43 años, relatará que durante su largo cautiverio intentó “complacer” a Josef Fritzl para proteger a sus hijos de los abusos del “monstruo”.
En su testimonio, la mujer contará que fue agredida sexualmente por su padre cuando tenía 11 años y que se defendió “golpeándolo y gritando”. El testimonio fue grabado para evitar que la mujer fuera obligada a presentarse en el juicio, una medida extraordinaria, pero justificada por las autoridades para proteger su intimidad.
“Tenemos suficientes pruebas para demostrar la culpabilidad del acusado”, dijo Gerhard Sed- lack, portavoz de la fiscalía. Una de las pruebas es el diario que Elisabeth escribió a lo largo de sus 8 mil 641 días de cautiverio, en el cual anotó que uno de los pocos momentos amables de su tragedia había sido cuando su padre llevó un espejo a la cárcel, que fascinó a sus tres hijos que vivían con ella.
Pero la mujer también dejó un testimonio dramático del día cuando murió uno de sus hijos, pocas horas después de haber nacido. “Al menos, él está ahora en un mundo mejor”, escribió. Este y otros detalles del acta de acusación fueron filtrados a la prensa con varios días de antelación al inicio del juicio.
Por ejemplo, algunos detalles de la primera violación que sufrió al segundo día de haber sido encerrada en el sótano. Según el acta de acusación, Josef mantuvo a su hija atada durante seis meses y en los primeros meses la violó varias veces al día. Elisabeth se resignó a su martirio después del nacimiento de Kerstin (verano de 1989) como una forma de evitar los castigos de su padre.
Pero el abogado de Josef Fritzl defenderá a su cliente con una teoría casi de mal gusto: Las relaciones sexuales fueron “consentidas” por la víctima. En otro intento por ganarse la simpatía de los jueces, el abogado relatará que su cliente “cuidó” de su hija y a los tres hijos durante el cautiverio, llevándoles comida, libros y juguetes. “Josef no es un monstruo”, afirmó el abogado. “Él amaba a su hija a su manera”.
La fiscalía, en cambio, cree que el técnico electrónico es el hombre más perverso que ha nacido en el país alpino. En noviembre del año pasado, el monstruo de Amstetten fue acusado de haber cometido los delitos de homicidio, violación, incesto, coacción, secuestro y esclavitud.
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