Monterrey, N.L. / Abril 19.-
Los recuerdos siguen presentes como si fuera aquel 10 de mayo de 1990. Con un buen semblante, el ex gobernador de Nuevo León, Sócrates Rizzo García, recordó la segunda visita del Papa Juan Pablo II a Monterrey.
Sentado en su oficina contó la gran experiencia y paz espiritual que le dejó aquel encuentro en el lecho del río Santa Catarina cuando él era alcalde de la ciudad, y aunque ya pasaron casi 21 años, es como si hubiese sido ayer.
“Me impactó espiritualmente el saludarlo, verlo, de estar cerca de Su Santidad, conocerlo fue algo extraordinario. Días antes había recibido a George Bush, que venía de Estados Unidos junto con Carlos Salinas de Gortari y había tratado a grandes dignatarios políticos y en este caso fue algo especial; su figura, la tranquilidad con la que se veía, esa autoridad moral que él tiene fue algo que me dejó impactado y que a la fecha recuerdo esa impresión que me causó”, comentó.
Al recibir la noticia de que el Papa visitaría tierras regias, Rizzo García se sintió nervioso, pero a su vez congratulado, en sus años 45 no había imaginado el poder conocerlo en persona.
“Nunca había imaginado verlo, para su visita nos preparamos de manera familiar, sobre todo mis hijas -que estaban muy pequeñas en ese tiempo- estuvieron ensayando durante tres días qué le iban a decir al Papa; y bueno la logística era que el gobernador Jorge Treviño lo recibiría en el Aeropuerto junto con grandes personalidades de la cultura, líderes de la comunidad y yo como alcalde de Monterrey lo recibiría en el lecho del río Santa Catarina, a un lado del puente Zaragoza, y yo decidí que solamente lo iríamos a recibir mi familia y yo.
“Mis hijas todas emocionadas platicaban qué es lo que le iban a decir, `le besamos la mano así y le entregamos una flor´, y efectivamente le entregaron la flor, pero quedaron mudas, ante la emoción no se acordaron de lo que habían ensayado antes. El Papa cargó a la más chica, Tesalía, fue algo muy emotivo, a todos nos dio la bendición”, dijo alegre.
Aunque sólo convivió 5 minutos con Juan Pablo II, para el ex mandatario representaron días, incluso meses, su gran presencia lo dejó emocionado al ver cómo descendió del helicóptero, prácticamente bajó del cielo.
“Fueron cinco minutos los que pude estar con él, que para mí el recordarlo parece como si hubiesen sido meses porque me acuerdo de todos los detalles, el que llegara el Papa literalmente del cielo, que fue cuando bajó del helicóptero, fue algo muy especial porque toda la gente volteó al cielo.
“Lo saludé, saludó a mis hijas, nos dio la bendición y después dimos la vuelta alrededor del helicóptero para que él saludara a toda la gente que estaba arriba del puente, por Constitución, Morones Prieto, y lo acompañamos en el recorrido, fueron como tres minutos, pero para mi fue como un día”, mencionó.
Las orillas del río Santa Catarina estaban rodeados por miles de personas, y el motivo por el cual tomó la decisión de que sólo su familia lo recibiera, fue porque quería que fuera algo sencillo.
EL REGALO
Rizzo García no sabía qué regalarle al “Siervo de los Siervos de Dios” -como también se le conoce al Papa-, quería algo que fuera sencillo y a la vez simbólico de Monterrey, por lo que optó por mandar hacer una figura geométrica en vidrio y en ella fue plasmado un poema del mismo Juan Pablo II, haciendo alusión al obrero.
“Quería que fuera algo sencillo y simbólico que identificara a Nuevo León con el Papa, entonces ahí platicando con Héctor González González -que era mi director de prensa-, se nos ocurrió que en una pieza de vidrio muy bella – porque vidrio también significa Monterrey- se grabará un poema, ese era de Juan Pablo II cuando él era Cura en Polonia, lo que llamaban en ese entonces Cura-Obrero, es un poema muy bello que habla del trabajo , de la belleza y los sentimientos religiosos y yo se lo di, no recuerdo si estaba en español o en polaco, pero el hecho es que él lo identificó y le encantó, era una figura geométrica”, comentó el también economista.
“Lo más interesantes es que semanas después el periódico del Vaticano, El Observatorio Romano, dio cuenta de la visita de su santidad a Monterrey, y una de las cosas que destacó fue precisamente ese poema grabado en una pieza de vidrio en Monterrey, fue una enorme satisfacción”, dijo.
NO DABAN PERMISO PARA MISA
Una de las dificultades que se encontró el alcalde de Monterrey en ese entonces, fue con el permiso para que el Papa pudiera impartir la misa en el río Santa Catarina, y es que las leyes de 1990 eran muy restrictivas, ya que no se permitía que se realizaran ceremonias en lugares externos a la iglesia.
Para esto, Rizzo García tuvo que otorgar el permiso aunque sabía el riesgo que corría. Diputados del Partido Popular Socialista (PPS) en aquellos años promovieron un juicio político en su contra.
“Era muy restrictivo en dónde podía dar misa algún sacerdote, entonces el problema que hubo al principio es que se requería un permiso para que el Papa pudiera dar misa afuera de una iglesia. Los abogados del arzobispo Adolfo Suárez Rivera y yo estuvimos viendo cómo resolver el asunto, la autoridad en materia religiosa a nivel nacional es el secretario de Gobernación, pero Gobernación por una u otra razón no dio el permiso, había ciertas restricciones legales, el gobernador tampoco lo dio.
“Yo como alcalde revisé mis reglamentos y me di cuenta que tenía facultades para ese tipo de permisos, entonces lo doy, le mando una carta a Suárez Rivera y desde el punto legal no se superó ese problema, era un problema que se venía discutiendo en México, que sí, que no, algunos decían `bueno vamos a declarar este pedazo donde se va a dar la misa, como si fuera templo y darle una especie de ser permiso especial de uso de suelo`, pero era muy artificial eso.
“Lo que hice fue correr el riesgo y dar el permiso, lo autoricé como alcalde, claro sabía que iban a protestar algunas gentes, después varios diputados del Partido Popular Socialista que existía en ese tiempo, en la Cámara de Diputados a nivel nacional promovieron un juicio político en mi contra por haber dado permiso al Papa de decir la misa, esto casi no se sabe, pero pasó, y desde luego esa propuesta del PPS no prosperó, no hubo más diputados que los apoyarán”, reveló el ex alcalde.
Aseveró que fue una de las cuestiones que lo unió con el arzobispo Adolfo Suárez Rivera, amistad que conservó hasta su muerte.
La misa que impartió el Papa fue en donde actualmente está la figura de la virgen de Guadalupe, a orillas de la avenida Constitución.
PREPARATIVOS
Al ex mandatario le tocó cuidar la seguridad de la comunidad, el principal miedo era que se registrara algún tumulto, ya que se esperaban miles de personas, la fe de los regiomontanos era impresionante.
Otra de las cosas con las que se tenía que cumplir: abastecimiento de agua. Las altas temperaturas predominaban en la entidad, era primavera.
“Fue un trabajo en conjunto, lo primero que necesitábamos era evitar un tumulto, si estaba toda la gente junta sin separadores, entonces cualquiera pudiera intentar acercarse o no falta alguien que hiciera un ruido o alguna otra cosa y hacer que la gente se tropezaran unos con otros, ese fue el primer riesgo que vigilamos. Lo que diseñamos fue un sistema -no se veía muy bien, pero funcionó-, una especie de mallas y los separamos como en cuadritos, porque el riesgo de que hubiera un tumulto era enorme.
“Lo segundo que teníamos que cuidar era el abasto de agua, incluso la gente empezó a llegar al río desde la noche anterior, entonces teníamos que cubrir las necesidades básica, porque las temperaturas eran elevadas, con bolsas de plástico las llenamos de agua y empezamos a distribuirlas”, recordó.
Los preparativos para montar el escenario, instalar las medidas de seguridad, entre otras, les llevó alrededor de cuatro días, pues se tenía que limpiar el río; el encargado de realizar la acción era Juan Manuel Parás, director de Servicios Primarios, durante la alcaldía de Rizzo García.
En el área de vialidad se trabajó de manera conjunta con el gobierno de Nuevo León, a cargo de Jorge Manjarrrez y con el Estado Mayor presidencial.
“Lo que hicimos fue suspender el tráfico de vehículos por Constitución y la gente se estacionaba de un lado.
“Fui a las tres de la mañana y ahí estaba Juan Manuel Parás trabajando, me regresé a dormir un rato, fueron días en los que dormimos muy poco para que todo saliera bien”, dijo.
Rizzo García tenía 45 años de edad, aunque estudio en un colegio religioso, con el paso de los años se fue alejando de la iglesia; sin embargo, la visita del Su Santidad hizo que retomara el camino del catolicismo.
“La visita del Papa fue algo que me conmovió positivamente y me llenó de vibras positivas”, comentó.
Un año y medio después, ya como gobernador, viajó a Roma donde visitó a Juan Pablo II, lo saludó y recordó la visita a Monterrey.
“Tenía una gira a Europa y Mario Moya Palencia era el embajador de México en Roma, a través de él se pudo promover una visita al Papa y fue un saludo rápido y lo interesante es que recordó con agrado la visita a Monterrey y recordó lo del poema”, contó.
BEATIFICACIÓN
Sócrates Rizzo García comento que la beatificación del Sumo Pontífice va a tener mucho significado para los regiomontanos porque Monterrey tuvo el honor de ser visitado en dos ocasiones.
“Lo que hizo Juan Pablo II es histórico no sólo en términos espirituales, sino políticos porque él estuvo luchando mucho por la libertad, la democracia en Polonia y esto desencadenó toda una serie de cambios importantes a favor de la democratización en muchos países. Él fue en ese sentido promotor de la democratización.”, dijo.
Durante la primera visita a Monterrey, en enero de 1979, Rizzo García se encontraba trabajando en la Ciudad de México, por lo que no pudo acudir a tierras regiomontanas.
“Por cuestiones de trabajo no pude venir, me dio mucha pena, pero no se pudo”, dijo.
El ex alcalde de Monterrey agregó que el acercamiento con el Sumo Pontífice lo llenó de tranquilidad y siempre recordará esa parte de su vida como una de las más bellas.
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