Guadalajara, Jal. / Julio 31.-
Los corazones chivas se aceleraron cuando el enorme mosaico multicolor dio vida a las relucientes gradas del estadio Omnilife. Fueron unos cuantos segundos, pocos para disfrutar el momento, pero suficientes para guardarlos por siempre en la memoria. El escudo del Guadalajara apareció en la cabecera sur del inmueble, tan impresionante como las letras que conformaron la palabra “Chivas” en una de las tribunas laterales. El nuevo hogar del Rebaño Sagrado cobró vida…
El volcán explotó como Jorge Vergara soñó cuando lo concibió. Los fuegos artificiales que emanaron desde sus entrañas iluminaron la noche tapatía, mientras algunos derramaban lágrimas en las cómodas butacas.
Hasta sir Alex Ferguson cayó rendido ante los encantos de la fastuosa ceremonia de inauguración. Sigiloso, sin desear que muchos se dieran cuenta de su presencia, el entrenador del Manchester United apareció en la grama sintética para tomar algunas fotografías de las evoluciones que se realizaban mientras el coloso estaba casi en penumbras.
Entonces literalmente brillaron los 11 títulos de Liga conseguidos por el Guadalajara. Cada una de las enormes estrellas luminosas que fueron parte de la celebración representaron los éxitos del club más ganador en la época profesional del futbol mexicano.
Era la velada de las Chivas… Y nada la estropearía.
Ni siquiera el incomprensible himno compuesto por el cantante Reily, en el que se resalta a Jalisco y el tequila como referencias cercanas a las Chivas. Inverosímil juego de palabras que une al alcohol con un equipo del futbol.
Las decenas de niños que acompañaron la interpretación no fueron suficientes para despertar a los más de 40 mil espectadores. Eso lo logró el legendario “¡Chivas, Chivas!”, genuino y apegado a las tradiciones de un pueblo orgulloso de sus raíces, el cual se mostró un poco frío durante la magna celebración caracterizada por movimientos y sonidos que poco tienen que ver con el Rebaño Sagrado.
“¿Y el mariachi?”, se escuchó en las gradas. No hubo, no en la fiesta de una institución que busca la amalgama perfecta entre la tradición y la modernidad.
Lo demostró con aquellos guerreros que simularon ser los jugadores rojiblancos, cuya consigna quedó clara esta noche: defender el nuevo territorio chiva. Justo en el año en el que se festejan los dos siglos del comienzo de la Guerra de Independencia de nuestro país, el club más mexicano celebra la suya, tras salir del estadio Jalisco, su casa durante poco más de 50 años.
Ningún vestigio del inmueble de la avenida Independencia. La voz que se hizo tradicional en los partidos del Guadalajara y el Atlas, sólo mantendrá la costumbre de los Rojinegros. Rafael Almaraz no lo volverá a presentar como “el equipo más popular”.
Óliver Guerrero es el encargado del sonido local en el fastuoso Omnilife. Su timbre de voz es similar a la del hombre que da vida al Jalisco, pero intenta marcar diferencia. De entrada, los rojiblancos no son presentados como el Guadalajara o las Chivas… Simplemente, “el Rebaño Sagrado”.
Ese que defiende el escudo que ayer hizo palpitar los corazones tapatíos como pocas veces cuando se agigantó en la tribuna de la nueva casa del Guadalajara, la que su directiva ha prometido como el templo en el que surgirá el nuevo Campeonísimo, la que por fin tiene los colores rojo y blanco en las gradas, no el amarillo y azul que caracterizan al estado de Jalisco… Pero también al América.
Discussion about this post