Después de las elecciones de este año, he aquí un análisis y recuento de los saldos:
A Calderón ya se le acabó la presidencia, técnicamente sólo le queda un año. Después de la elección del Estado de México y la designación de los candidatos a la presidencia para 2012, la figura presidencial, ante una elección de esta magnitud, será sólo decorativa.
La inseguridad está avanzando de manera incontrolable y no se ve luz al final del camino; México tiene 50 millones de pobres que en su gran mayoría viven subsidiados y no ayudan a generar un mercado interno que fomente el desarrollo económico del país, perdimos competitividad, perdimos empleos, no se ha promovido el desarrollo del mercado interno, aunque la macro economía sigue con cierta estabilidad.
En lo que va del sexenio, no hubo un diálogo político constructivo; desde éste punto de vista, el PAN ha sido totalmente ineficiente en la construcción de acuerdos políticos. Ni Fox ni Calderón han podido tener operadores políticos, no sabemos si es por falta de vocación o si las razones dogmáticas partidistas no les han permitido operar políticamente una presidencia fuerte. Curiosamente, y en relación directa con este último asunto, los empresarios durante las presidencias del PAN, tampoco han estado del todo a gusto y de acuerdo con las políticas implementadas.
Un gran saldo del paso del PAN por el poder, es el deterioro de la figura y la institución presidencial. Como partido político, hay mucha ineficiencia y solamente ha ganado elecciones con alianzas y con candidatos de otros partidos (principalmente priistas). En diez años de alternancia, no logró construir una base partidaria que le diera cohesión al partido, ni crear una mística ni de gobierno, ni de disciplina para mantener el poder. En las elecciones pasadas pagó el precio de malos gobiernos y de sus excesos doctrinarios. En opinión de muchos, el PAN sólo llegó al poder para empresarializar la política y catequizar a la población.
Para el PRI, los saldos son un poco más favorables, a pesar de la pérdida electoral importante del pasado 4 de julio. Hoy gobiernan la mayoría del país y, en el ánimo de muchos ciudadanos ante las ineficiencias e inconsistencias del PAN, quieren que regresen al poder, nunca fueron parte de los empresarios, siempre fueron balance y, a pesar de sus excesos, en el balance de sus gestiones salen mejor librados que algunos de los gobernantes del PAN y del PRD. La alternancia ha servido para purgar y “modernizar” un poco el viejo sistema partidista, de hecho los gobernantes que perdieron en las últimas elecciones eran considerados los más representativos de los viejos dinosaurios y prácticas corporativas.
Parte de esta purga obedece a que el mismo sistema ha estado descabezando poco a poco a líderes sindicales así como a los viejos y malos políticos que, además por el cambio generacional, se van rezagando de manera gradual. Un ejemplo es que hoy el sistema político está haciendo que las viejas prácticas se van rezagando en partidos obsoletos o en causas perdidas, las cuales podríamos ejemplificar con el asunto del SME o en los viejos y eternos partidos de la izquierda, en donde la migración de las viejas prácticas corporativas los orilla a los extremos de la regla política y en donde solamente les queda vender sus bisagras camarales.
Para el PRD, el saldo es malo también, solos, como partido, no ganan nada, siguen igual o peor de fraccionados, pierden Zacatecas y seguro van a perder Guerrero, lo único que los cohesiona es el poder del gobierno de la Ciudad de México, que es herencia de los priistas antiguos, y que hoy Camacho y Ebrard lo están haciendo valer para negociar alianzas y poder para liderar la izquierda; de hecho, se espera que AMLO emigre finalmente al PT para poder sobrevivir políticamente. El PRD es como si los fantasmas del viejo comunismo de los 60´ siguieran corriendo por los pasillos, pero sin cabeza. No existe un gramo de ideología, todo lo hacen para molestar al PAN y para favorecer al PRI cuando la situación les conviene.
Lo peor para México es que, con este escenario, va a ser imposible que se logren acuerdos salvo que, como estrategia electoral el PRI para regresar a la presidencia, empiece a accionar sus mayorías en beneficio de las reformas que se necesitan y eso logre que el país avance. Eso si los mismos grupos internos lo permiten, lo que es otra historia para analizar posteriormente.
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