Nunca me he considerado un experto en nada, pero si de algo estoy seguro –apelando a la lógica y a lo que mis ojos vieron– es que en estos últimos días las autoridades federales y estatales tomaron decisiones claves que evitaron una catástrofe por inundaciones en Reynosa, Río Bravo y Matamoros.
Y aunque aún la alerta no ha terminado y se habla que viene lo peor por la apertura de las compuertas de la presa Marte R. Gómez, al menos en los primeros días de la contingencia había más temor que daños.
En un recorrido que hice con mi compañero de Hora Cero, José Manuel Meza, por la autopista Reynosa-Matamoros, me di cuenta de que los cortes a la carpeta asfáltica que se hicieron entre los kilómetros 53 y 57 seguramente fueron determinantes para salvar la vida de personas y reducir los daños materiales ocasionados por la crecida del río Bravo.
Una vez que el huracán “Alex” se exprimió en la Sierra Madre Oriental de Nuevo León, Coahuila y Tamaulipas, los niveles de los ríos, arroyos y presas crecieron desmesuradamente afectando manchas urbanas, campos agrícolas y ganaderos, y matado a cerca de 30 personas en las tres entidades.
Se dice que la Comisión Nacional del Agua (CNA) cometió errores como no vaciar las presas antes de que iniciara la época de huracanes, por lo cual sus niveles en las primeras dos semanas posteriores a “Alex” han puesto en alerta a las ciudades fronterizas y en las márgenes del río Bravo.
La crecida del Bravo era inevitable en su camino hasta desembocar en el Golfo de México, por lo cual fue necesario que las autoridades federales, estatales y locales sonaran las alertas desde Nuevo Laredo hasta Matamoros.
Una medida tomada el lunes 5 de julio pasado fue cortar la autopista que conecta a Matamoros con Reynosa porque el río Bravo está a cerca de kilómetro y medio y se pronosticaba que, de no abrir esas zanjas para que corriera el agua, entonces habría serias inundaciones en las ciudades.
El miércoles 14 de julio era inimaginable ver, primero, la destrucción de una vía de cuota en varios tramos y, por otro lado, ver y escuchar la corriente de agua del río Bravo que campos sembrados de sorgo y ocra (bombó), provocando millonarias –aún sin precisar– pérdidas en el sector agrícola.
También se cortó la circulación que conecta al turístico poblado de Progreso (que pertenece al municipio de Río Bravo) con la carretera libre Reynosa-Matamoros. El espectáculo es indescriptible. A 10 kilómetros –según el letrero– de llegar al puente internacional, las aguas ya inundaron campos agrícolas, rancherías y torres que extraen gas natural de la Cuenca de Burgos.
Un recordatorio que la naturaleza es generosa cuando permanece inalterable, pero cuando el ser humano la violenta… es implacable.
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