El pasado 14 de junio, Rodolfo Torre Cantú, candidato de la coalición “Todos Tamaulipas” al Gobierno del Estado, concedió una entrevista a Hora Cero durante una pausa en su gira por la ciudad de Reynosa.
Tengo que reconocer que esta era la primera ocasión en la que me tocaba entrevistar uno a uno a quien se perfilaba a convertirse en el próximo gobernador de Tamaulipas, considerando que todas las encuestas lo colocaban con una ventaja de dos a uno sobre el PAN.
La conversación, de más de 30 minutos de duración, fue reproducida tanto en nuestro portal de Internet como en la edición 295 de Hora Cero Tamaulipas.
Sin embargo, lo que más me llamó la atención de este encuentro no fue lo que se dijo mientras estaban encendidas las cámaras y grabadoras… sino lo que Torre Cantú externó sin palabras.
Me explico: durante toda la campaña electoral, había escuchado diferentes versiones del tipo de persona que era “el doctor”. Tengo que reconocer que todas eran buenas.
Sin embargo, lo que me resultó una verdadera sorpresa es la energía que el candidato mostraba a estas alturas de la campaña, considerando que ya le había dado la vuelta al Estado en más de una ocasión.
Seguramente Torre Cantú ya había estrechado muchas manos, abrazado a muchas personas y pronunciado cientos de discursos, pero cuando entró al salón donde sería la entrevista (a donde llegó con una puntualidad inglesa) no se veía fatigado, al contrario, parecía que su recorrido por Tamaulipas apenas iniciaba.
Todos a los que nos ha tocado entrevistar a alguien sabemos que cuando una persona está cansada es propensa al fastidio y la molestia, lo que hace complicado el proceso de preparación de una entrevista que se va a grabar en video.
Con un interlocutor en estas condiciones, la tarea de colocarse el micrófono inalámbrico, acomodarlo para conseguir la mejor toma y esperar los conteos para el arranque de la grabación, puede convertirse en algo muy incómodo.
Pero en este caso no fue así. Es más, recuerdo que el candidato hasta tomó con humor la práctica que había adquirido en la forma y rapidez de colocarse el micrófono de solapa.
Otro detalle que me llamó la atención de este encuentro es que una vez que concluyó la entrevista, Torre Cantú no hizo por quitarse el micrófono, despedirse y salir disparado del salón para continuar con su apretada agenda de campaña.
De hecho accedió a posar para unas fotografías y hasta propuso tomarse la foto del recuerdo con todos los que estábamos en la habitación, mientras su equipo de campaña observaba con cierto nervio al reloj.
Tras varios minutos de conversación en los que, la verdad, no hablamos de nada importante, el candidato se despidió y, ahora sí, regresó a la vorágine de la campaña.
Este detalle, por lo menos para mí, me dice mucho del tipo de persona que era el candidato al Gobierno del Estado.
Porque nada le costaba haber cumplido con su compromiso, decir lo que hubiera querido y salir de la habitación, eso era lo pactado.
Sin embargo, decidió quedarse y dialogar con un reportero y sus compañeros a quienes apenas acababa de conocer.
Después me enteré que Torre Cantú así era, que se detenía a escuchar al ciudadano, al maestro, al obrero, al ama de casa, al joven, a los reporteros…
En estos tiempos en los que parece que aquellos que ocupan los puestos de gobierno están desconectados de la sociedad y sus reclamos, saber escuchar es una virtud muy extraña en los políticos.
Por eso estoy seguro que “el doctor” hubiera sido un buen gobernador de Tamaulipas… porque siempre supo detenerse unos minutos para escuchar. Desgraciadamente, ahora nunca lo sabremos.
Mi pésame y oraciones para la familia y amigos de Torre Cantú.
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