México, D.F. / Junio 20.-
De la solemnidad a la algarabía, del llanto al aplauso, así transcurrió el homenaje que esta tarde se le rindió en el Palacio de Bellas Artes al escritor mexicano Carlos Monsiváis (1938-2010), fallecido la víspera en esta capital.
Poco después de las 10:00 horas arribó al recinto de mármol el féretro con los restos del cronista, a quien se le había rendido un primer homenaje la noche de ayer en el Museo de la Ciudad de México.
Caras de consternación, algunos rostros llorosos y muchos expectantes acompañaban el cortejo en el que se mezclaban autoridades, amigos y familiares del autor de “A ustedes les consta”.
Ya en el vestíbulo, atiborrado de flores y coronas, entre las que sobresalía una de “Los Tigres del norte”, el cuerpo del también ensayista recibió múltiples muestras de cariño, lo mismo institucional que de espontáneos que se dieron cita para acompañarlo.
La presidenta del Conaculta, Consuelo Sáizar, aseguró que tras la muerte de Monsiváis “se terminó el siglo XX mexicano”.
Acto seguido, recitó algunas citas y fragmentos de la autoría de Monsiváis, a quien calificó como un personaje que analizó, criticó y cifró los acontecimientos para su generación y la historia.
En un emotivo discurso, su entrañable amiga, la escritora Elena Poniatowska, evocó la figura de su colega y exclamó una y otra vez “¿qué vamos a hacer sin ti Monsi, ahora que te has ido?”.
La autora de “La noche de Tlatelolco” destacó las aportaciones de Monsiváis en el ámbito literario, periodístico y popular, y a punto del llanto afirmó: “ahora te reunirás con tu madre y estarás con Saramago, a quien también podrás dar un abrazo”.
También calificó a su amigo como “la nobleza misma, el compromiso, la defensa de los derechos humanos, la indignación y llanto de Acteal”.
En la primera guardia de honor se apostaron además de familiares, la presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), Consuelo Sáizar; la secretaria de Cultura capitalina, Elena Cepeda, y el secretario de Educación Pública, Alonso Lujambio.
Seguiría el desfile de personalidades del ámbito cultural, político y académico, que igual que el público en general, desbordaron sentimiento y nostalgia ante el féretro.
Los escritores Adolfo Castañón, José María Pérez Gay, Eduardo Lizalde, Javier Garciadiego y Laura Esquivel, se sumaron a las guardias.
El político Andrés Manuel López Obrador también desfiló por el féretro arropado por las banderas de México, la UNAM y una insignia multicolor.
El escritor José Gordon, los periodista Carlos Marín, Julio Scherer, el flautista Horacio Franco, quien interpretó obras de Bach, y el chelista Carlos Prieto, dieron el último adiós al autor de “Escenas de pudor y liviandad”.
Lo mismo que el director del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Alfonso de María y Campos; Moisés Rosas, director del Museo del Estanquillo; la escritora Cristina Pacheco, el caricaturista Rafael Barajas “El Fisgón”; Roxana Velázquez, ex directora del Museo del Palacio de Bellas Artes.
Además de la senadora María Rojo, quien anunció que el 23 de junio se rendirá un homenaje a Monsiváis de parte de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión.
“De entrada tendremos un minuto de silencio y luego cada uno de los partidos políticos fijará sus posicionamientos sobre la figura del “cronista de México”, detalló.
Luego, el momento solemne que empezaba a sucumbir con las porras y los vivas con los que la gente común, lectora de Monsiváis, buscó arropar a su autor, se rompió por completo con la aparición de un mariachi, que desde las escalinatas comenzó a interpretar música de José Alfredo Jiménez y en el clímax, Las golondrinas.
Al término de la música, un centenar de personas se volcaron en nuevos aplausos para despedir al crítico de la Portales, “¡Viva Monsiváis¡, ¡Bravo por Monsiváis¡, y ¡Se ve, se siente, Monsiváis está presente¡, se pudo escuchar.
Al filo de las 13:00 horas, el féretro desfiló de regreso por el vestíbulo del Palacio de Bellas Artes para ser trasladado por un cortejo fúnebre, escoltado por unos 10 motociclistas, al Panteón Español, donde el cuerpo será cremado.
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