México, D.F. / Mayo 26.-
Era el verano de 1989. Después de ser todo un referente del Deportivo Quito, Alex Aguinaga abordó un avión con rumbo a México. El fino mediocampista viajaba para enrolarse con el América, pero en pleno vuelo le fue informado que los planes habían cambiado y jugaría para el Necaxa. Se retiró 16 años después y nunca militó en las Águilas.
La mañana de este martes, por fin pudo enfundarse en una chamarra azulcrema. El encuentro era inevitable, aunque se prolongó más de dos décadas.
El ecuatoriano será auxiliar técnico de Manuel Lapuente con las Águilas y promete poner todo su conocimiento en pos del beneficio de un club con el que siempre coqueteó.
“El destino tardó un poquito, pero aquí estoy”, expresa el sudamericano, antes de esbozar una enorme sonrisa. “Mi paso en Necaxa fue muy agradable, pero hoy estoy ante un reto importantísimo, el cual tomamos todos como si fuera el último que tengamos, aunque para mí es el primero”.
Vive sus horas iniciales como americanista, pero desde ya conoce lo que representa formar parte del club.
“Es importante arrancar bien y, hablando de prestigio, la institución tiene uno muy grande”, presume. “Todos los que componen al América tienen un prestigio muy grande y de ninguna manera venimos a jugar con éste; venimos a trabajar, a buscar nuevos éxitos, porque ya han tenido muchos, y queremos seguir sumándole más”.
“Indudablemente, estamos orgullosos de pertenecer a una institución como esta y trataremos de seguir haciéndola grande. Después de 21 años, el destino me puso acá en el América y espero hacerlo bien”.
Quizá como lo hubiera realizado en el césped, de no ser por aquel cambio de última hora que le modificó la vida.
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