No cabe duda que México se encuentra en una gran crisis política. La desaparición del Jefe Diego expone de gran manera esta debilidad en medio de un maremágnum de problemas. No sabemos cuál es el motivo de su desaparición y, al definirse por parte del gobierno como un problema de seguridad nacional (en lo que tienen razón), difícilmente lo sabremos.
De tal magnitud es el problema que hasta Televisa calló. Es obvio que en este tipo de casos se debe de tener cuidado por las negociaciones, pero ¿será que, colateralmente por una parte, se estaba exponiendo a un Estado muy debilitado y, por la otra, sin saber cuál sea el desenlace de la desaparición, se estaba promocionando a un personaje muy polémico, pero de gran valía y reconocimiento para el sistema político nacional?
Es obvio que ante una gira internacional en la cual se pretende promover la inversión y dar resultados de la guerra contra la delincuencia organizada, la desaparición de un personaje de esta magnitud no es una buena carta de presentación.
Pero esto no es todo. En el estreno del proceso electoral, las noticias para el partido del presidente no son nada halagüeñas. Los resultados de la elección en Yucatán son terribles para el PAN, primero, porque era un bastión político muy significativo y que durante mucho tiempo representó la fuerza del partido; en la elección pasada pierden la gubernatura y ahora quedan en una posición muy débil a pesar de ser la segunda fuerza política. En segundo lugar, la elección en ese estado es tomada como la muestra de lo que puede pasar en los procesos electorales de los demás estados. El PAN siempre presumió que ése es su estado fuerte. Si así le fue, cómo será en las otras elecciones; al parecer el escenario va a ser igual de malo para sus pretensiones.
Esta situación no ayuda a Calderón y, como le hemos mencionado anteriormente, si pierde la mayoría de las gubernaturas, su mandato se debilita de manera importante, ya que el peso del PRI para la negociación de las futuras reformas y en medio del proceso electoral más importante del país, lo pone en una posición muy limitada para negociar cualquier cosa.
Ante este escenario, aquí en Yucatán, el PAN está tomando una posición radicalizada, que aumenta su incongruencia. Al parecer, la alianza con el PRD lo ha mimetizado de tal manera que ahora quiere realizar en Mérida manifestaciones como las que hizo el PRD ante los resultados de la elección donde el PAN ganó la presidencia, esto no es congruente. ¿Cómo se vería el Presidente Calderón, ante la pérdida de las elecciones y con el país paralizado por los militantes de su partido?
Hoy en Mérida se ve algo inusual, la policía resguardando las instalaciones del IPEPAC, por si las manifestaciones llegan a subir de tono en contra del instituto. La sociedad en general ya no quiere saber nada más de las elecciones; ellos ya decidieron y votaron, los problemas electorales no les interesan, ganó el PRI en la entidad y ya.
Porque la realidad en el estado es apabullante, se perdieron todas las posiciones, tanto en Congreso, como en alcaldías y regidores. Vuelve el PRI con su aplanadora a dominar todas las posiciones políticas.
El otro problema que va a generar este conflicto es que ahora va a empezar el pleito interno entre el PAN para ver quién fue el culpable, lo que ocasionará que el desgaste del partido, aquí en Yucatán, sea muy grande y éste se refleje en los demás estados. Esta situación se complicará, aún más, con la asamblea del partido.
Lo más preocupante es que la sociedad en general está percibiendo una condición de inestabilidad y, como reacción social colectiva, estamos elaborando esquemas para vivir en riesgo, como si fuera algo regular. La sociedad está dejando de luchar por vivir en paz y como reacción está elaborando manuales de supervivencia en crisis, lo malo es que se convierte en un estándar y vamos dejando atrás el conocimiento de una vida plena y segura. Lo peor es que el gobierno no puede con la situación, pero tampoco está haciendo nada para defender la estabilidad emocional de la sociedad.
Creo que no habíamos tenido momentos tan graves como los que hoy estamos viviendo y entre la inseguridad, la falta de control y de acuerdos, es necesario que se defina el rumbo del país con soluciones negociadas. No podemos seguir hundidos en una lucha que no sólo ha generado el desgaste de las instituciones y de los acuerdos políticos, sino que además, hoy, está deteriorando las costumbres y el tejido social.
La única forma de salir adelante es aceptando que estamos en una crisis y definiendo caminos para un gran acuerdo nacional entre todas las partes importantes de los grupos sociales, con un sólo fin: el de lograr la concordia, el avance y la tranquilidad social.
Todos debemos poner de nuestra parte y dejar a un lado el exceso de los intereses personales de cada quien.
Mail: marco.herrera@grupopublic.com
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