Ciudad del Vaticano.-
El sínodo de los obispos que abordan temas relacionados con la familia provocó un verdadero tsunami en la Iglesia católica al hacer una inesperada apertura a las parejas homosexuales, acción que el año próximo -en el sínodo ordinario- podría convertirse en un reconocimiento formal de los matrimonios civiles de las parejas del mismo sexo.
“Me parece evidente que las personas involucradas en diversas experiencias tienen derechos que deben ser tutelados”, dijo monseñor Bruno Forte, secretario especial del sínodo, recordando que “no equipararlas al matrimonio entre un hombre y una mujer no significa no reconocer derechos que deben ser reconocidos”.
Forte afirmó lo anterior durante la rueda de prensa al iniciar la segunda semana del sínodo extraordinario sobre la familia. Por su parte, el cardenal Peter Erdo declaró que “las personas homosexuales tienen dotes y cualidades que pueden ofrecer a la comunidad cristiana”, pero al respecto se preguntó si “¿seremos capaces de acoger a estas personas garantizándoles un espacio de fraternidad en nuestras comunidades?, ¿podrán éstas aceptar y evaluar su orientación sexual sin comprometer la doctrina católica sobre la familia y el matrimonio?”.
Llevando el tema a uno de sus aspectos fundamentales, el purpurado húngaro agregó que la iglesia debe poner especial atención en los niños que viven con parejas del mismo sexo, porque “las exigencias y los derechos de los niños deben colocarse siempre en primer lugar”. En este mismo contexto recordó que “en la propuesta eclesiástica, aún presentando con claridad su ideal, se deben indicar elementos constructivos para aquellas situaciones que no corresponden todavía o nunca a tal ideal”.
Comentando la declaración del cardenal Erdo y lo afirmado por el monseñor Bruno Forte, el vaticanista del diario “Il Secolo XIX”, Francesco Peloso, declaró a EL UNIVERSAL que “las palabras de estos dos prelados preanuncian un cambio de época para la iglesia en relación a los homosexuales, pero debemos tomarlas con cautela porque la decisión definitiva la tiene el próximo sínodo, el cual deberá analizar mucho más a fondo este tema que al menos ya no es un tabú para la iglesia gracias, en gran parte, a la frase: ‘¿Quién soy yo para juzgar a un gay? ‘”, pronunciada por el Pontífice Francisco.
Aun cuando la apertura de la asamblea sinodal no significa -por el momento- reconocer los matrimonios entre personas del mismo sexo, es una de las importantísimas innovaciones que seguramente contendrá el documento final que saldrá de esta asamblea obispal dedicada a los aspectos más delicados que vive la familia.
A la mayoría de los católicos les sorprendió la apertura de los obispos a los homosexuales y a todo lo que deriva de sus relaciones, matrimonios civiles e hijos adoptivos o naturales, pues más que en este tema, esperaban recibir alguna sorpresa en lo que refiere a los divorciados que se han vuelto a casar.
Francesco Grana, vaticanista del diario “Il Fatto Quotidiano”, interpretó por su parte lo dicho por cardenal Peter Erdo como “un camino hacia adelante en el cual está emergiendo con gran claridad la gran evolución del debate sinodal y del mismo purpurado húngaro respecto a su intervención al abrir la asamblea sinodal hace sólo una semana”. Otro de los temas que ha enfrentado en el sínodo a cardenales es si debería flexibilizarse la prohibición de comulgar a los divorciados que se han vuelto a casar, por ejemplo, permitiéndoles comulgar tras un periodo de penitencia. Erdo señaló que entre las propuestas no se descarta del todo la prohibición, pero se ha planteado una mayor apertura en casos particulares.
Discussion about this post