Ciudad del Vaticano.-
El Papa Francisco invitó hoy a los fieles católicos a no encerrarse en sus “iglesitas”, porque el mensaje cristiano es para todos, especialmente para los marginados, los excluidos y los perseguidos.
Durante su mensaje con motivo de la oración del Angelus dominical, que pronunció desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico del Vaticano y ante miles de personas congregadas en la plaza de San Pedro, llamó a no ponerle límites “al reino de Dios”.
La reflexión del pasaje bíblico en el cual Jesús contó la historia de un rey (imagen de Dios) que prepara un banquete de boda y manda a invitar a muchas personas, pero ninguno de los elegidos quiere asistir porque tienen otras cosas que hacer.
“Dios es bueno con nosotros, nos ofrece gratuitamente su amistad, su gozo, la salvación pero tantas veces no acogemos sus dones, ponemos al primer puesto nuestras preocupaciones materiales, nuestros intereses”, sostuvo.
Entonces, ante el rechazo de los primeros invitados, no se suspende la fiesta sino que se vuelve a proponer la invitación alargándola “más allá de todo razonable límite”. Entonces el rey manda a sus siervos en las plazas y a los cruces de las calles a invitar a todos aquellos que encuentran.
“Se trata de gente cualquiera, pobres, abandonados y desheredados, buenos y malos, sin distinción. Y la sala se llena de excluidos. El evangelio, rechazado por algunos, encuentra una acogida inesperada en otros corazones”, dijo el pontífice.
La bondad de Dios no tiene fronteras y no discrimina a ninguno: por esto el banquete de los dones del señor es universal, es para todos. A todos ha sido dada la posibilidad de responder a su invitación, a su llamada, ninguno tiene derecho de sentirse privilegiado o de reivindicar la exclusividad”, agregó.
Sostuvo que esa historia debe inducir a los fieles a vencer la actitud de colocarse cómodamente en el centro, como hacían los jefes de los sacerdotes y los fariseos, eso no está bien.
Al contrario, llamó a los fieles a “abrirse a las periferias” y reconocer que, también quien está en los márgenes de la sociedad, es “objeto de la generosidad de Dios”.
Al final de su oración, el Papa evocó los duros aluviones que golpearon a Génova en los últimos días y aseguró su oración tanto por las víctimas como por quienes han sufrido graves daños.
Invitó a todos los presentes a rezar un Ave María a la Virgen de la Guardia, para que sostenga los esfuerzos colectivos “para superar la terrible experiencia”.
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