Laredo, Tex.-
Tenían como objetivo reencontrarse con su esposo y padre de las niñas, Walter Pérez, a quien vieron por última vez hace siete años, desde que éste salió de su país natal, Honduras.
En la estación de autobuses de Laredo, Texas, las luces de un vehículo de la Patrulla Fronteriza dibujan las siluetas de varias mujeres y niños que descienden apresuradamente. Con desgastadas ropas y papelería en sus manos, forman una fila para introducirse al edificio bajo la endurecida mirada de un agente que rápido se marcha.
En el grupo está una madre hondureña y sus dos pequeñas hijas. Las tres, por primera vez, experimentan cierta libertad desde que fueron arrestadas y llevadas a un centro de procesamiento del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos, tras cruzar en balsa el Río Bravo. Debido a la saturación de estos pabellones a lo largo de la frontera sur, el gobierno les otorga un permiso temporal para internarse al país, mientras una corte federal resuelve su caso.
Hace casi siete años que Nolvia Janeth Cárcamo Cáceres no ve a su esposo Walter Pérez. Su hija Maylin, de ocho años, no le conoce, y Daniela, de diez, apenas lo recuerda.
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