Argel, Argelia.-
La muerte del delantero camerunés del JS, Kabylie Marcel Ebosse, que falleció el sábado tras ser alcanzado por un proyectil lanzado desde las gradas, reveló de forma trágica una violencia común que sangra desde hace años el fútbol argelino, uno de los más prestigiosos de África y el mundo árabe.
El jugador camerunés, de 24 años, falleció a consecuencia de las heridas en el hospital Tizi Uzu, en la región de Kabilia (a 110 km al este de Argel) como consecuencia de un “traumatismo provocado por un objeto contundente y cortante”, según los primeros resultados de la autopsia difundidos este lunes por la fiscalía regional.
Su cuerpo debería ser repatriado en los próximos días a Douala, donde vive su familia, tras ser llevado el domingo a Argel.
La Federación Argelina de Fútbol (FAF) confirmó ayer que tras el suceso suspende todos los partidos de los campeonatos domésticos, tanto profesionales como amateurs, “hasta nueva orden”, mientras que en Camerún se guardará un minuto de silencio antes de los partidos de la próxima jornada del campeonato, según el Sindicato Nacional de Futbolistas Cameruneses (SYNAFOC).
“Esta tragedia no ha sorprendido a nadie” porque “desde hace años la violencia se ha instalado en los estadios y se propaga después a las calles, produciendo un clima de miedo e inseguridad en nuestras ciudades”, afirmó el diario El Watan que ve en esta situación un síndrome que se arrastra desde el final de la guerra civil de los años 90.
Los islamistas han “arrastrado a la juventud argelina al terror y al horror” y “el poder no les quiere hacer frente mientras les deje saquear tranquilamente las riquezas del país”, añadió el periódico.
En las redes sociales, los argelinos siguen expresando su sentimiento de culpa y vergüenza, algunos incluso ya pidieron que se detuviera el campeonato o al menos organizar un boicot.
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