Ciudad del Vaticano.-
El Papa Francisco exhortó hoy a obispos congoleños a “trabajar incansablemente por restablecer una paz justa y duradera” en su país, a sostener el proceso de desarme y a promover la colaboración con otras religiones.
En un discurso a los obispos de la República Democrática del Congo, recibidos en visita “Ad Limna”, el pontífice habló sobre la formación de los jóvenes para superar la violencia y la desigualdad.
Así como de la participación de la Iglesia en la construcción de la sociedad y en la consolidación de la paz y su misión en ayuda de “aquellos que la vida ha herido”.
Francisco llamó a los prelados a “trabajar incansablemente por el establecimiento de una paz justa y duradera a través de una pastoral del diálogo y de la reconciliación entre los diversos sectores de la sociedad, sosteniendo el proceso de desarme, y promoviendo una colaboración efectiva con otras confesiones religiosas”.
También subrayó que en el ámbito político “es necesario que la Iglesia aporte su contribución, evitando sustituirse a las instituciones políticas y a las realidades temporales que conservan su autonomía.
“En particular, los pastores deben tener cuidado de no ocupar el lugar que corresponde de pleno derecho a los fieles laicos, cuya misión es, justamente, la de dar testimonio de Cristo y del Evangelio en la política y en todas las otras áreas de sus actividades”, dijo.
Después de resaltar la necesidad de colaboración con todos los agentes que trabajan en los diversos campos del apostolado, sobre todo la educación, la salud y la asistencia caritativa, Francisco recordó a los prelados que se espera mucho de ellos “en la defensa de los valores espirituales y sociales”.
“Se les pide –dijo- que proporcionen orientación y soluciones para la promoción de una sociedad basada en el respeto a la dignidad de la persona humana”.
En este sentido, “la atención a los pobres y necesitados, así como a los ancianos, los enfermos y las personas con discapacidad, deben ser objeto de una adecuada pastoral constantemente revisada”, añadió.
Francisco invitó a los obispos a ser “hombres de esperanza para su pueblo”.
También agradeció la labor de todos los misioneros, sacerdotes, agentes pastorales religiosas y otras que se dedican al servicio de “aquellos que la vida ha herido, y de las víctimas de violencia, especialmente en las zonas más aisladas y remotas el país” y recuerda en especial a “los desplazados internos y las muchas personas que vienen de países vecinos”.
“La Iglesia en la República Democrática del Congo es una iglesia joven. Pero también es una Iglesia de la juventud. Los niños y los adolescentes, en particular, necesitan la fuerza de Dios para resistir las muchas tentaciones de la vida precaria, sin poder estudiar o encontrar trabajo. Me apena su difícil situación, y sé que compartís sus penas, sus alegrías y esperanzas”, indicó.
“Pienso sobre todo en el horror de esos niños y jóvenes, reclutados en las milicias y obligados a matar a sus propios compatriotas”, dijo.
“Los animo, por lo tanto a profundizar la pastoral juvenil. Brindándoles toda la asistencia posible, especialmente a través de la creación de espacios para la formación humana, espiritual y profesional, podéis hacer que descubran su vocación más profunda que los predispone al encuentro del Señor”, agregó.
Según el Papa “la manera más efectiva para superar la violencia, la desigualdad y las divisiones étnicas es equipar a los jóvenes con una mente crítica y ofrecerles un recorrido de maduración en los valores del Evangelio”.
“Frente a la desintegración familiar, causada sobre todo por la guerra y la pobreza, es indispensable promover y alentar todas las iniciativas destinadas a consolidar la familia, fuente de toda fraternidad, fundamento y primer camino de la paz”, indicó.
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