México, D.F.-
La jerarquía de la iglesia católica en México demandó que la construcción del nuevo aeropuerto internacional no se convierta en una obra faraónica sexenal y pidió garantizar que su edificación quedé a “salvo de la corrupción rampante del país”, porque de lo contrario “la viabilidad de la obra épica estará afectada seriamente por la duda y la desconfianza ciudadana”.
Al considerar que acabar con la corrupción es una tarea pendiente de ponerle fin en todos los niveles gubernamentales, la Arquidiócesis de México, dijo que “el superaeropuerto (sic) debería empezar con la garantía de la presente administración para que cada peso se cuente bien, impoluto y a salvo de la corrupción rampante del país”.
En la editorial del semanario Desde la Fe se asegura la jerarquía católica dijo que si el nuevo aeropuerto internacional quiere ser una palanca del desarrollo, su construcción deberá ceñirse a los más estrictos criterios de transparencia para no ser beneficio exclusivo de los grupos acostumbrados a llenar sus arcas y bolsas con estos megaproyectos.
“La ciudadanía estará atenta a lo que viene, a la asignación imparcial y costos de las licitaciones, y velará por el respeto de los derechos fundamentales de quienes podrían ser afectados”, dijo.
Bajo el nombre de Superaeropuerto, la obra épica, la Arquidiócesis consideró que este es el primer esfuerzo para resolver las de dudas del pasado, donde los responsables de la construcción de carreteras o su privatización, así como de ferrocarriles, aeropuertos y puertos “fueron omisos de una visión de largo plazo, desviando inversiones y dilapidando recursos”.
El anuncio que se hizo es que el nuevo aeropuerto se construirá sobre un área de más de cuatro mil hectáreas, con una inversión estimada de 120 mil millones de pesos. El Presupuesto de Egresos 2015 destinaría 16.2 mil millones de pesos al inicio del proyecto aeroportuario considerado como autofinanciable, sustentable, ecológico, limpio, generador de desarrollo humano, de grandes recursos económicos y miles de empleos para los habitantes de la ciudad y municipios conurbados, recordó.
Aseguró que el proyecto logra unir a los niveles de gobierno de distintas extracciones políticas para transformar radicalmente al oriente del Valle de México, “actualmente una zona deprimida, pobre, hacinada, azotada por la delincuencia y los conflictos sociales”.
Aseguró que el nuevo aeropuerto “no debería ser triunfo ni emblema de un gobierno; las lecciones nos enseñan cómo las obras faraónicas de impronta sexenal destaparon los intrincados de corrupción e inutilidad, monumentos dedicados al Bicentenario levantados con recursos mayores a los estimados, terminales aeroportuarias a punto del colapso, bibliotecas que son auténticos elefantes blancos; autopistas mal diseñadas, presumidas y vendidas como de clase internacional, o líneas del metro, nombradas con el mote de “La Dorada””.
Aprovechó para cuestionar el resolutivos de la L12 del metro, al advertir que el desastre estructural “pudo asesinar a miles de usuarios para que, al final, se sancione la irresponsabilidad de funcionarios intermedios con multas e inhabilitaciones, pero salvando aún las corruptelas de los más altos responsables del gobierno de la Ciudad de México al tiempo de su inauguración”.
Dijo que con la construcción de la nueva terminal aérea México llega tarde al desarrollo de la infraestructura vanguardista.
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