México, D.F. / Abril 19.-
Puebla no pudo escoger mejor rival para coronar el show del Chelís, vaya, la salvación, la permanencia en Primera División Nacional. José Luis Sánchez Sola en una carrera partió el campo a la mitad hasta que se colgó de Duilio Davino: así festejó el calvo estratega el triunfo sobre un Cruz Azul “vergonzoso”, diría el técnico Benjamín Galindo, y cómo no, si el 1-2 le significó a los de La Franja, lágrimas de alegría y a los de La Noria un regaño marca Guillermo Álvarez Cuevas (presidente cementero).
Es la síntesis de dos equipos bizarros. Los celestes prendidos a los penantes en la zona oscura de la tabla general y Puebla prensado en lucha directa por alcanzar la Liguilla.
Por eso, la diferencia. De unos Camoteros armados a golpe de deshechos, de viejas glorias. Daniel Osorno, Duilio Davino, Walter Vílchez. Todos en pleno segundo y tercer aire.
Desde Davino, un bastión que da pelea a un chamaco como César Villaluz en la carrera, y qué tal Osorno, desbordando a placer lo mismo a Viades, que a Domínguez y ni hablar Vílchez, un tipo que juega a media velocidad y aún así, le alcanza para el control de la cintura.
¿Demasiadas palabras para un equipo que estaba destinado a pelear por no descender? No, quien debería aparecer al pie de página son los de azul.
Galindo lo ha dicho, “es el peor partido que le he visto a Cruz Azul”, quizá no apreció con detenimiento el desempeño ante América, Pumas y Toluca.
Por ello, la nueva línea es conformarse con lo que queda, con la final de la Concachampions, “un gran consuelo”, según Galindo, habrá que ver si sus seguidores piensan lo mismo.
Porque Cruz Azul es una calca desde hace siete semanas. Dormidos en el primer tiempo, atolondrados a la hora de defender, amedrentados a la hora de definir.
Con Torrado, una vez más expulsado. Que no le dio a Álvaro González, no hacía falta, su fama y los tachones por delante lo pusieron en el vestuario.
De nuevo con dos goles a cuestas cuando se han dado cuenta que hay que luchar, aunque alto: qué par de goles.
El primero provocado, porque Luis Ángel Landín quiere ser lanzador y termina lanzado, entregando el balón a Osorno, quien centra y Acosta mata. El segundo, en el complemento, bajo la misma esencia. Baile a la zaga cementera, por supuesto, vía Osorno, y centro, ahora el que aparece es Ramón Núñez.
Sí, Zeballos descontó al 74’, cuando Cruz Azul tenía 10 que peleaban como guerreros. Tarde, siempre tarde. Fallas, demasiadas fallas. Porque el mismo Zeballos tuvo el empate un par de veces. Claro, con arco abierto, pero en Cruz Azul todo pasa por la mentalidad y está demostrado que es de cristal.
Puebla, que festeje, que juegue alegre, que Chelís corra y corra y de rienda suelta a su show.
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