México, D.F.-
Ya pasamos del pavo a la sidra, los romeritos, abrir el regalo, comer recalentado, dar el abrazo, gastar como si no hubiera mañana, ver en números rojos la cuenta del banco, decirle adiós al aguinaldo, generar más deudas y rogarle a quien se tenga que hacer, que no nos toquen los tamales el 2 de febrero.
La fiesta pintaba muy bien, pero la resaca es doblemente pesada cuando ya estás en esa oficina, pensando que prometiste cambiar de rumbos, mejorar tu vida y ser una mejor persona en 2015, aunque te olvidaste de trazar los planes después de comerte las 12 uvas.
Claro, también mueres de sueño por las desveladas y porque la digestión del recalentado te está pasando la cuenta.
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