México, D.F. / Abril 26.-
El cinefotógrafo Gabriel Figueroa, quien dejó un legado de 211 películas entre las que destacan “Allá en el Rancho Grande” (1936), “Los olvidados” (1950) y “La noche de la iguana” (1964), y obtuvo más de 50 reconocimientos durante seis décadas de trayectoria, falleció hace 12 años.
Gabriel Figueroa nació el 24 de abril de 1907 en la Ciudad de México, en el seno de una familia acomodada venida a menos. Su madre falleció en el momento que él nació y su padre, incapaz de sobreponerse a esta pérdida terminó por abandonarlo junto con su hermano Roberto, con unas tías.
Estudió pintura en la Academia de San Carlos y a los 16 años descubrió la fotografía gracias al retratista José Guadalupe Velasco. Tiempo después se hizo amigo de los fotógrafos Gilberto y Raúl Martínez Solares, quienes como él se dedicaron al cine.
Su ingreso al Séptimo Arte se produjo en 1932, como fotógrafo de tomas fijas. Un año más tarde fue uno de los 20 camarógrafos contratados para la filmación de “ðViva Villa!”, de Howard Hawks.
Tras algunos trabajos como iluminador, Figueroa recibió una beca para estudiar en Estados Unidos. Ahí conoció a Gregg Toland, uno de los mejores fotógrafos de cine de todos los tiempos, quien le enseñó su particular estilo de iluminación.
Su primera película como fotógrafo fue “Allá en el Rancho Grande” (1936), de Fernando de Fuentes, con la que obtuvo por primera ocasión un premio internacional, en el Festival de Venecia.
En total, Figueroa fue autor de la imagen de 211 películas y recibió múltiples premios. Además de las que filmó junto a Emilio “Indio” Fernández, dos de sus trabajos más memorables fueron “Los olvidados” (1950), de Luis Buñuel, y “La noche de la iguana” (1964), de John Huston.
Las herramientas visuales en los procesos de creación no fueron suficientes, por lo que se convirtió en inventor, a partir de realizaciones plásticas y experimentos de física pudo regalarle al cine nuevas fórmulas de composición de cuadro.
Partió de los maestros renacentistas para desarrollar filtros, y sus afanes clasistas y su perfeccionamiento técnico lograron la intensidad de las temporales imágenes que el público conoce.
En el trabajo de Figueroa destacan los claroscuros, nuevas perspectivas, la composición de espacios abiertos en los que celebró a la naturaleza como personaje principal.
Siempre demostró fascinación por lo que veía y con entusiasmo y entrega mostró cómo miraba un hombre libre y virtuoso de personalidad alegre.
Aprovechó los escorzos de David Alfaro Siqueiros para dar fuerza a las imágenes, los cielos de México resultaron de la perspectiva curvilínea del Dr. Atl y recreó escenas y atmósferas de grandes artistas de la plástica como José Clemente Orozco, Diego Rivera, José Guadalupe Posada y Leopoldo Méndez.
En seis décadas de actividad ganó 50 premios, entre ellos el Nacional de las Artes, tiempo en el que incorporó nuevas imágenes a la historia de este país. Según sus biógrafos, su quehacer fue otra ventana para la percepción de la belleza y la pasión.
Gabriel Figueroa falleció el 27 de abril de 1997, a la edad de 90 años en la Ciudad de México.
El año pasado fue homenajeado con la proyección de la película “La perla” en el Palacio de Bellas Artes, recinto donde desde el 7 de febrero y hasta el 4 de mayo se exhibirá la muestra fotográfica “Gabriel Figueroa. Cinefotógrafo”, con motivo del centenario de su natalicio.
Al concluir su permanencia en el Palacio de Bellas Artes, la exposición llegó a Tijuana, Baja California y a Los Angeles, California, donde estará el tiempo suficiente para que el público pudo apreciar la obra del fallecido y talentoso artista mexicano.
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