México, D.F. / Mayo 2.-
Los turistas tienen miedo de venir a México, las playas lucen desiertas, varias naciones cancelaron vuelos al país, los cruceros ya no atracan en nuestras costas, algunos (Argentina) mandan aviones a “rescatar” a sus ciudadanos “varados” en suelo mexicano.
Con la llegada de la influenza A también hizo acto de presencia un nuevo sentimiento de rechazo ante lo mexicano. No es que ya no nos quieran, simplemente parece que muchos han decidido que, en estos tiempos de contagio, los mexicanos y lo que venga de México, entre más lejos mejor.
Para muestra, hay varios botones: Para viajar a Japón, ahora hay que solicitar visados, cuando antes no era necesario hacerlo en viajes turísticos de hasta seis meses. En la semana, Cuba, Ecuador y Perú restringieron sus vuelos a México, lo mismo que Argentina.
Continental Airlines dijo este viernes que reducirá en cerca de 50% su capacidad para volar a México. La razón: las agencias de viaje reportan una dramática baja en la demanda de vuelos a México.
La gente no quiere venir y a los que están aquí les urge irse. Tan es así, que Argentina decidió enviar a México dos vuelos charter para recoger a los alrededor de 150 argentinos que se quedaron varados en la Ciudad de México y Cancún.
Y para entrar a los países, también hay que enfrentarse a revisiones. El lunes pasado, Canadá dio a conocer que los trabajadores agrícolas temporales de México que vayan a viajar a esa nación tendrán que responder un cuestionario y tomarse la temperatura, antes de tomar su vuelo.
Más aún: el ministro de Agricultura de Quebec, Laurent Lessard, dijo que no se descarta la posibilidad de impedir la entrada a los trabajadores huésped, si los casos de infuenza se expanden.
Hasta los artistas han tenido que padecer los daños colaterales de la influenza A. En días pasados, los Tigres del Norte se quejaron de que para poder realizar un concierto que tenían programado en Honduras les pedían que se sometieran a exámenes. Sólo podrían cantar, si se probaba que no tenían síntoma alguno.
Y no hay que ser mexicano para ser víctima del rechazo, sino que basta con estar de regreso de México. En Italia, se pidió a quienes retornaron del país latinoamericano que se quedaran en sus casas siete días, hasta asegurarse de que no se llevaron consigo virus alguno.
En Washington, los médicos se niegan a atender a quienes regresan de México, en un gradual e insidioso proceso de estigmatización contra todo lo que salga de este país.
“Algunos radioescuchas me han hecho llegar mensajes para quejarse de que sus médicos no los habían querido examinar tras su viaje de retorno de México y les han aconsejado que vayan a su hospital más cercano”, reveló uno de los conductores en uno de los programas de opinión de National Public Radio (NPR).
Ante este panorama, también cabe precisar que la Organización Mundial de la Salud (OMS) opina que no se deben cerrar las fronteras con México o suspender los viajes al país. Y por ahora, la Unión Europea ha descartado suspender los vuelos hacia esta nación.
No sólo hay que enfrentar el encierro, la paranoia y la preocupación de contagio de influenza A, sino la realidad de que una nueva epidemia se expande: la del rechazo a todo lo que huela a México.
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