Ciudad del Vaticano.-
Con la designación de 20 nuevos cardenales, el Papa Francisco plasmó el rumbo que quiere imprimir a la Iglesia: sin protocolos, donde el poder sea secundario y las periferias se encuentren al centro del trabajo de los pastores.
A 19 de estos purpurados Francisco les entregará él mismo el birrete púrpura la mañana de este sábado 14 de febrero, durante un Consistorio en la Basílica de San Pedro. El único ausente –por problemas de salud- será el arzobispo emérito de Manizales (Colombia), José de Jesús Pimiento Rodríguez.
Aunque la lista incluye a 20 cardenales, los que cuentan son 15. Se trata de aquellos que tienen menos de 80 años y por ello son “electores”, es decir estarían habilitados para ingresar en un cónclave y elegir un futuro Papa.
Los restantes cinco son “eméritos”, personajes que recibirán el birrete colorado por su destacado servicio a la Iglesia. Todos los nombres se pueden leer al final de este post.
De la elección de aquella decena y media se desprenden varios mensajes lanzados por el Papa. Sólo uno de todo el grupo es funcionario de la Curia Romana. Se trata de Dominique Mamberti, nombrado hace poco prefecto de la Signatura Apostólica.
El resto está compuesto por arzobispos y obispos residenciales, es decir pastores que ejercen su ministerio con público en general y no en la burocracia de la Iglesia. Su distribución geográfica es diversa: Cinco provienen de Europa, tres de Asia, tres de América Latina, dos de Asia y dos de Oceanía.
En total 14 nacionalidades distintas. Seis de estos países no tenían ahora cardenales y algunos nunca antes habían contado con un purpurado, como es el caso de Cabo Verde, Tonga, Myanmar y Panamá.
Francisco reconoció también varios obispos de diócesis secundarias y hasta pequeñas comunidades católicas. Al hacerlo indicó que la Iglesia tiene horizontes amplios y en ella no sólo destacan los grandes, los importantes o los tradicionales.
Este mensaje quedó reforzado por su decisión de ignorar completamente la existencia de las “sedes cardenalicias”. Se trata de demarcaciones eclesiásticas que -por historia o tradición- eran guiadas siempre por cardenales.
Esa regla no escrita que se había mantenido vigente, en mayor o menor medida, en los anteriores pontificados. De ella quedan pocos rastros, a fuerza de ejemplos concretos.
En Italia existen dos clamorosos: los arzobispos de Turín y Venecia, Cesare Nosiglia y Francesco Moraglia respectivamente. Aunque guían arquidiócesis grandes e históricamente renombradas, ellos fueron marginados de los birretes.
Al contrario, el Papa optó por los pastores de las mucho menos destacadas diócesis de Ancona y Agrigento. En esta última se encuentra la isla de Lampedusa, la “frontera sur” de Italia y donde se acogen diariamente a miles de migrantes que cruzan el Mar Mediterráneo a bordo de barcones.
Algo similar ocurrió en México, con la sede cardenalicia de Monterrey. Allí sorpresivamente Francisco se decantó por Alberto Suárez Inda, arzobispo de Morelia en Michoacán y no consideró al regiomontano Rogelio Cabrera López.
Al mismo tiempo el Papa decidió sí respetar otra regla no escrita, aquella según la cual no se otorga el cardenalato a un arzobispo cuyo predecesor, también purpurado, tenga menos de 80 años.
Al seguir esta norma Jorge Mario Bergoglio dejó fuera de la lista a personajes cercanos a él, como Carlos Osoro de Madrid y Blase Cupich de Chicago.
Por otra parte este Consistorio no incluye ningún cardenal de Estados Unidos, aunque habían varios “candidatos” posibles como José Horacio Gómez de Los Angeles y Charles Chaput de Filadelfia, además del mencionado Cupich.
Con estos nuevos integrantes, a partir de este 14 de febrero el Colegio Cardenalicio estará compuesto por un total de 227 miembros, de los cuales 125 son “electores” (menores de 80 años) y 102 “no electores”.
La primera es una cifra muy cercana a los 120 reglamentarios, un límite establecido por Pablo VI y que cualquier Papa puede superar si lo desea, como ya lo hicieron Juan Pablo II y Benedicto XVI. En esta ocasión Francisco también lo superó, pero en pocas unidades.
De todas maneras, en los próximos meses algunos purpurados electores dejarán de serlo tras cumplir 80 años: Antonio Naguib y Justin F. Rigali entre marzo y abril, en septiembre Velasio De Paolis y Santos Abril y Castelló, mientras en febrero de 2016 llegará a esa edad el estadounidense Roger M. Mahony.
De los 125 que realmente cuentan, es decir los “electores”, 34 han sido designados por Juan Pablo II, 60 por Benedicto XVI y 31 por Francisco.
Entre ellos todavía prevalece la desproporción geográfica: 57 provienen de Europa, 36 del Continente Americano, 15 de África, 14 de Asia y tres de Oceanía. En el Colegio Cardenalicio están representados los cinco continentes con 73 países, 56 de los cuales tienen “electores”.
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