En estos días en que se te congelan los huesitos en la border, en que todos se la pasan tose y tose, que ya no sé si es por el clima o por la tierrita, el humo de la ciuda’ o las carnes asadas. Estas flus (gripas) duran hasta un mes y ya se imaginarán a la family (familia) todos bien contagia’os, quesque el virus ‘tá bien juerte.
Ahí anda Rosa María poniéndole maskin tape a todas las puertas por dentro. Pos a quién se le ocurre. Si viera primo, que se quitó lo cold (helado) de la casa…
No sé usted brodi, pero yo no tardo mucho en el shopping (compras) aquí cerquitas de Texas. ‘Ora que se quitó el nervio de la revisada de regreso con los mexicans cuando se cruzaba por la pasada, pos como que quedaron “munchas” “aneidotas” en el tintero.
Porque ¿si sabe verdá’? Ya no hay aduanales canijos que nos quiten las cosas. Claro que si le toca rojo en el puente internacional, pos allá usté’, pero na’ más. No más nervios de la pasada. Ya no está tampoco la garita del 30 rumbo a Monterrey. Qué alivio.
Para quienes “semos” foráneos, pos tenemos en la sangre el nervio de ir a McAllen o a Laredo.
Los regios, oséase los “codos”, acostumbrábamos venir seguido pa’ acá, hasta mínimo una vez por mes. ‘Horita no sé, porque el dólar ‘tá re caro y hay que ahorrar.
Hasta dicen de guasa que el puente internacional Anzaldúas lo hicieron sólo para ‘eos, que lo pagaron los ricachones, quesque pa’ desfogar el trafical que viene desde la Sultana del “Norti”. Sí serán.
Pues les adelanto que el próximo lunes 16 de marzo es asueto y habrá nuevo puente (se recorre el día 21), del que no se trabaja, por lo que oootra vez estarán saturados todos los puentes internacionales: el de Hidalgo, el de Pharr, el mismo Anzaldúas, el de Donna y quizá hasta “Los Indios”.
Pos no sólo chorro de autos vendrán, sino también chorro de buses y eso me hace que les cuente otras de mis “anéidotas” de la pasada.
Hace unos añitos decidí experimentar un viajecito “al otro lado” viajando con un grupo en bus.
Salía cerca de la Y griega en Monterrey, en un tallercito de autos. Con el costo de 40 dolarucos por person (persona) nos prometían ir a Walmart, al centro y al Mol de McAllen pa’ terminar en Lubys. Pos tá gueno, dije.
Nos citaron a las 12:00 de la noche por lo que nos animamos my friend (amigo) Pepe Q, yo y mis güercos Sebastián, Marcos y Cristóbal.
La emoción de los chamacos con tal de visitar McAllen era muuuy grande. No importaba la desmadrugada.
Ya se imaginarán llegar a las 3:00 de la mañana y caminar por el Walmart del Expressway de la 83 con los chavitos que parecían zombies y sin nada de sueño. Camine y camine por los pasillos los condena’os, buscando un poco de ropa, libretas y sobre todo algún juego de Playstation.
Es como dice mi vieja “de aquí soy”. Podrá estar adolorida de las piernas, con reumas, pero cuando llega a Walmart o Target es como el conejito de Duracel que no para y recorre pasillo-por-pasillo.
Recuerdo como algo irreal desayunar unos filetitos de pollo del Whataburger cerca de las 4:00 de la mañana. ¿Quién tiene hambre a esa hora? Sólo mi hijo Tóbal que se puso necio. Bueno, es que estaba en la edad del crecimiento.
Si te cansabas, lo bueno es que podías ir a echarte una pestañita al bus, mientras los chavos seguían emocionados recorriendo las tiendas. Luego ibas como hormiguita a dejar tus “redecitas” o bolsas que comprabas, repletas de Snickers, Corn Flakes, toallas Bounty, latas de frijoles, tortillas de harina… oséase cosas que se consiguen en México ¡pero qué baratas estaban!
El recorrido seguía a las 8:00 de la mañana y podías desayunar “cercas” o ir al desayuno-buffet del Golden Corral. Luego íbamos al Target, que está a la vueltecita de ahí para seguirle hasta las 12:00 de la noon (mediodía), al centro de McAllen.
Recorrer las tiendas de la Main o la Broadway donde están los chinos, los perfumes, JCPenney y los electrónicos, era vital para terminar los últimos dolarucos.
Si vieran que los güercos nunca se quejaron del cansancio. Será que en el bus nos inyectaron oxígeno como en Las Vegas, para que los “costumers” (clientes) gasten sus “greens bills” (billetes verdes).
La última parada era seguirle al mol, el Simon ese, para citarnos de regreso hasta las 5:00 de la tarde. La visita a Lubys para pedir un pescadito empanizado, coditos con queso y puré de papa, y un pay de limón de postre, era lo de siempre.
Luego la sufridera del regreso. Llegaba el bus al puente Hidalgo, para que luego nos asaltaran como conejillos de Indias.
-A ver, a ver, pa’ no batallar cáiganse con 10 dólares cada quien.
Osea que sí iban 35 personas, sería más de 300 dólares, sin incluir los niños. Aunque nunca vi que dieran “la mordida” a los mexicans. Eso de los moches ya es cosa del pasado. Así eran las pasadas en Reynosa.
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