México, D.F.-
Raúl Arias muestra el espejo en el que ningún técnico quiere reflejarse. Héroe y verdugo del mismo equipo —Necaxa, el de sus amores—, es el único entrenador en ser campeón y luego descender con un solo club en torneos cortos. Y cuenta su historia, la de un rey sin corona, lo cual podría repetir su pupilo José Manuel de la Torre con Chivas.
El “Chepo” dio la vuelta olímpica con el Rebaño en el Apertura 2006 y lucha por no quedar marcado como el timonel bajo cuyo mando también perdió la categoría en el Clausura 2015. Sería el segundo timonel en el actual sistema de competencia en darle gloria y deshonra a una sola escuadra.
Más que consejos a José Manuel, quien fue su auxiliar en el año 2000 con los Rayos, Arias deja su experiencia como testimonio del contrastante hecho de llevar al cielo y al infierno a un mismo conjunto.
“Fue muy bonito el haber quedado campeón”, recuerda vía telefónica el ahora estratega del Atlético San Luis, aquel día de 1998 cuando en el Estadio Jalisco, frente a las Chivas, Necaxa logró el título de su mano, para alargar la gloria rojiblanca de la década de los 90 que heredó de su mentor, Manuel Lapuente.
Enseguida ahonda en los abismos de 2009, cuando en calidad de “bombero” fue incapaz de apagar las llamas del descenso que consumieron a los Rayos.
“Yo llego, en una segunda etapa, como salvavidas, a una situación que ya estaba muy adelantada. El equipo estaba muy emproblemado y se te junta que no tienes el plan B o se te lesiona un jugador importante, eso complica mucho, además de la impotencia de saber que era un plantel limitado y ya no había de dónde echar mano”, relata.
Entonces sintió cómo se transformó de paladín a villano ante los ojos de los aficionados que antes lo aplaudían y que, en vísperas del descenso, hasta a golpes se liaron con él.
“No me acuerdo de eso, no tengo memoria para esas cosas. La afición está en todo su derecho de exigir porque quiere un equipo que gane. No entiende ni sabe por qué se dan las cosas, sólo espera títulos y es válido”.
Traer a cuestas un descenso, confiesa, es algo que lo dejó marcado. “Sí te afecta mucho en lo laboral”, admite Arias, quien después de 11 años de pertenecer a una misma empresa (Televisa, entonces dueña del San Luis y del Necaxa) conoció la inestabilidad en los banquillos.
Tras un fugaz paso con Chivas (seis partidos en 2009), Arias comandó sin éxito a Estudiantes Tecos y al Cienciano de Perú. Su estancia en el cuadro tapatío duró once jornadas y dejó al equipo en el último lugar porcentual. En Perú no logró el pase ni a la Copa Libertadores ni a la Sudamericana.
“Definitivamente, el descenso es una situación que te deja una mayor enseñanza que ser campeón”, comparte. Luego de que Necaxa perdió la categoría, “tuve la equivocación de enfrascarme en proyectos sin estabilidad, en instituciones que les cuesta mucho trabajo mantenerse, que tienen otros objetivos”, dice.
“Yo sólo había trabajado en San Luis y Necaxa, estuve mucho tiempo en una empresa estable y después te das cuenta que hay instituciones que no lo son tanto”.
Desde ese entonces, Arias Rosas fungió como miembro del Grupo de Estudios Técnicos de la FIFA que se encargó del análisis de partidos del Mundial de Brasil 2014. Después de tres años sin dirigir, está de regreso con el Atlético San Luis en el Ascenso MX.
La familia es otra de las partes afectadas: “Todos tenemos a gente que les duela, que disfruta los éxitos y en esa parte, aunque decides tratar de mantenerlos al margen de tus problemas, es muy difícil sustraerse de eso”.
A seis años de aquel día triste con Necaxa, Raúl Arias reflexiona: “Encontrar un consuelo cuando desciendes o algo que te dé tranquilidad es muy difícil, pero la vida sigue, ganando o perdiendo”.
Concluye que “lo mejor es pensar que cuando eres campeón no eres el mejor, eres el mejor momentáneamente y cuando pierdes no eres el peor, eres el peor momentáneamente”.
¿Consejos para el “Chepo”? Ninguno. “Yo lo único que puedo decir a la afición del Guadalajara es que el equipo está en buenas manos. No hay nadie mejor que ‘Chepo’ y Néstor de la Torre para hacerse cargo del proyecto y estoy seguro que les va a ir muy bien”, desea Raúl, quien prefiere dejar este espejo, su historia, para que nadie más se refleje en él.
Pero hay otros timoneles que primero fueron campeones y después descendieron, aunque con distintos equipos.
Carlos Reinoso dio la vuelta olímpica con América en 1983-84 y descendió después con San Luis (2004).
Víctor Vucetich le dio un título al León (1991-92) y perdió la categoría con Tigres (1995-96). Arpad Fekete alzó el trofeo con Chivas (1958-59) y descendió con Atlas (1970-71).
El caso de Manuel Lapuente es curioso, pues se coronó con Necaxa en los 90 y descendió con Atlante en 2001, pero la ampliación de equipos en la Liga permitió que jugaran una promoción ante Veracruz, misma que ganaron los Potros para permanecer en Primera.
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