A veces es muy alto el precio que los políticos deben pagar por su ambición de poder, de dinero y de aventuras amorosas. Por lo menos deben cargar con la mala fama de corruptos y rateros que la “grilla” empaqueta a todos. Pero se aguantan y poco les importa los señalamientos que aparecen en los medios masivos. Total, en ocasiones son verdaderos golpes políticos como parte de un complot orquestado por los rivales e inclusive desde las mismas entrañas de sus partidos, como “fuego amigo”.
Muchos tipos sin escrúpulos se sienten felices amparados en la impunidad del sistema al considerar que no les quitarán ni un cinco de sus inversiones en el país o en el extranjero. Y tampoco les inquieta el juicio de la historia. Total, que digan lo que quieran los que quieran decir algo, con tal de que no les afecte en su fortuna. Son cínicos por naturaleza con tal de saciar su apetito de dinero, honores, poder, viajes, bienes materiales, placeres, amantes, etc.
Sin embargo, cuando el brazo de la justicia se extiende y traspasa las páginas de la prensa y el ruido mediático de la radio, televisión y redes sociales, entonces sí la preocupación crece y se agiganta el estrés por las consecuencias de la cárcel y el despojo de todo lo acumulado. Ya no es el infundio o la verdad lo que atormentan, sino el efecto de una persecución judicial que puede dar al traste con las ganancias millonarias en los bancos y con las fortunas inmobiliarias.
Y eso es justamente lo que le pasó al priísta Mario Villanueva como gobernador de Quintana Roo, y luego al también priísta Andrés Granier, de Tabasco, y lo que les está pasando a los igualmente representantes del PRI, el tamaulipeco Tomás Yarrington Ruvalcaba y José Murat, de Oaxaca, así como Armando Reynoso el del PAN en Aguascalientes y al del PRD Ángel Eladio Rivero, de Guerrero. Finalmente se han salvado hasta la fecha el priista Eugenio Hernández, de Tamaulipas; el perredista Leonel Godoy, de Michoacán, y otro priista de marca: Humberto Moreira, de Coahuila.
¿De qué le sirvió a Yarrington Ruvalcaba tanto halo angelical y reverencias de sus obsecuentes colaboradores más cercanos? ¿Dónde quedaron los lambiscones del poder de Tamaulipas en el sexenio de Yarrington al grado de que nadie sale en su defensa? ¿Para qué tanta vergüenza al pronunciar su nombre y el periodo de su gestión gubernamental?
Pobrecito de Yarrington Ruvalcaba. No tiene paz en su entorno ni un buen recuerdo entre la mayoría de sus paisanos. Y la mancha que siguen derramando sobre su Estado no para al continuar la fiscalía estadounidense deteniendo a funcionarios de su gobierno como Pablo Zárate Juárez, acusado de lavado de dinero desde su puesto en el Instituto Tamulipeco de Vivienda y Urbanismo (ITAVU).
Ya no solamente los tamaulipecos están acosados por las fuerzas del mal en las calles y carreteras sino por los actos supuestamente perversos de quienes se valieron del poder en tiempos de Yarrington Ruvalcaba para hacer de las suyas con el dinero, según las denuncias documentadas y que el viernes 13 de marzo ocuparon los espacios de la prensa con el caso Zárate.
El fiscal federal Kenneth Magdison informó ese día en un comunicado la situación de este tal Pablo que contribuye a echarle más gasolina a la lumbre en que una parte de la opinión pública tamaulipeca desea freír a su ex gobernador, por haberse salido de la norma ética el ITAVU en el período 1999-2004. Total que el pobre Tomás Yarrington Ruvalcaba no tiene tranquilidad y está pagando muy caro el precio de haber sido nombrado por el PRI y elegido por la población como gobernador.
Ojalá que en su conciencia dé cabida al perdón y se atreva a exponerlo públicamente, junto con su pandilla, si es que acepta sus errores y desviaciones, o también esperamos que, como presunto culpable de lo que se le acusa, encuentre la paz en caso de ser exonerado si se comprueba que todo es parte de una trama política para desprestigiarlo a más no poder y perseguirlo como un delincuente de alta escuela. Ojalá, ojalá, ojalá…
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