México, D.F.-
Con un folleto que leyó en el centro de salud supo que había tenido Chikungunya. Fiebre elevada que puede llegar a los 40 grados centígrados, dolores de las articulaciones, musculares y de la cabeza, manchas rojas acompañadas de picor, inflamación de las articulaciones, especialmente pies y manos.
Xóchitl Escalante, que vive en Las Vigas, municipio de San Marcos en la Costa Chica de Guerrero, tuvo esos síntomas hace un mes. Empezó a sentir dolores leves en las rodillas, tobillos y brazos. Al siguiente día aumentó el dolor, pero al nuevo amanecer ya no pudo levantarse de la cama, tenía temperatura alta y le dolía la cabeza. Aparecieron las ronchas, la comezón y hasta sangre le salió por la nariz.
“Me levantaba a la fuerza para ir al baño, ni siquiera podía gatear”, dice.
Postrada recibió al personal del Centro de Salud que pasaban a dejar unas pastillas que sirven para que no se hagan mosquitos —transmisores del Chikungunya— en el agua.
“Me vieron acostada y me preguntaron qué tenía. Les dije que no podía atenderlos porque estaba inmóvil y tenía muchos dolores. Me hicieron un cuestionario para conocer los síntomas. Dijeron que tomara puro paracetamol y prometieron regresar, pero ya no volvieron”, relata.
Fue hasta una semana después que los malestares habían aminorado, cuando se levantó y acudió al Centro de Salud para hacerse unos estudios. A casi un mes, todavía no le entregan los resultados de los análisis. Desde su cita para la toma de muestras de sangre, le recomendaron 40 días de reposo que no pudo cumplir porque no le dieron incapacidad para su trabajo.
La Secretaría de Salud advierte que una característica relevante de la enfermedad es que la persona “se dobla del dolor” y es de tal magnitud que puede incapacitarlo desde caminar hasta abrir una botella de agua.
Aún sin un resultado certero de que padezca Chikungunya, hace apenas cuatro días Xóchitl empezó a tener de nuevo dolores. “Empecé a sentir dolor de pies cada vez más fuertes, hoy ya no me pude levantar de la cama”.
De acuerdo con el cuadro de la enfermedad, que puede llegar a ser mortal en personas con bajas defensas, en la mayoría de los casos sólo dura siete días, tras ello se produce la recuperación total del paciente. En algunos afectados, el dolor de las puede persistir meses.
Los mismos síntomas que experimentó Xóchitl, los tuvieron las otras cuatro personas, todas ellas mujeres, que viven en esa misma casa, entre ellas una abuelita de 90 años, una niña de 6 y dos jovencitas de 15 y 20 años.
Ellas están bien, pero tampoco fueron diagnosticadas porque nadie pudo ir a verlas, ni siquiera a la abuelita.
Desde su cita, hace casi un mes, Xóchitll descartó, por medio de un folleto que le dieron, haber padecido Dengue, ya que por la sintomatología pudiera confundirse el padecimiento.
En esa ocasión la doctora que le revisó le advirtió que podría haber recaídas y que la enfermedad puede tardar en desaparecer en su totalidad en un periodo de seis meses a un año. “La doctora me dijo que si recaía, reposara, que tomara paracetamol, una cada seis horas de 750 miligramos, y que me bañara para bajar la temperatura”.
En esta recaída, Xóchitl ha tomado las medicinas, pero no sabe si finalmente tiene Chikungunya.
Recuerda que cuando empezó esta epidemia se pidió al Centro de Salud que mandara fumigadores para que el mosquito transmisor, Aedes Aegypti y Aedes albopictus no se reprodujera. “Dijeron que no iban a venir porque los fumigadores estaban lejos”.
Xóchitl reposará estas vacaciones, pero aún espera el diagnóstico. “Si no me llaman tendré que ir, me van a decir que no tengo nada, eso ya me lo sé”.
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