PANAMÁ, PAN.- El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, reafirmó ayer en Panamá su apoyo a Centroamérica en sus esfuerzos por enfrentar la violencia criminal y la crisis humanitaria por la migración de niños solos.
En una reunión con gobernantes centroamericanos en el contexto de la VII Cumbre de las Américas, Obama destacó que Estados Unidos y Centroamérica “tienen una fuerte agenda común”.
“Lo que es bueno para la región, es bueno para Estados Unidos”, expresó el mandatario estadounidense, quien tendrá un histórico encuentro con el presidente cubano Raúl Castro en la Cumbre.
Por su parte, el presidente guatemalteco, Otto Pérez, expresó el interés de la región de trabajar con Estados Unidos para contener la migración masiva de menores sin compañía de adultos desde el norte de Centroamérica hacia Estados Unidos.
“Sabemos que tenemos desafíos, pero sabemos que Estados Unidos tiene interés en asegurar que los enfrentemos juntos”, manifestó Pérez, al destacar el apoyo para encarar la crisis de los niños migrantes con “soluciones a largo y mediano plazo”.
Obama pidió al Congreso la asignación de mil millones de dólares para apoyar a la “Alianza para la Prosperidad”, una iniciativa que busca atacar la pobreza y la violencia, que provocan la migración de los menores desde Guatemala, El Salvador y Honduras.
El presidente estadounidense subrayó que Centroamérica es importante para Estados Unidos “no solo por la proximidad”, sino por los “increíbles lazos” entre los pueblos.
“Depende de nosotros asegurar que Estados Unidos se mantenga solidario y asociado con los países” centroamericanos, declaró Obama.
Por su parte, el presidente costarricense Luis Guillermo Solís explicó en la cita que su país logró mantener una matriz energética 100 por ciento renovable en los primeros cuatro meses del año y pidió apoyo técnico para la producción de energía limpia.
Obama sostuvo un poco antes una reunión bilateral con el anfitrión, el mandatario panameño José Luis Varela.
ENTÉRATE
De acuerdo con cifras oficiales, casi 62 mil niños y adolescentes indocumentados de Centroamérica y México llegaron a Estados Unidos desde octubre de 2013, desbordando a las autoridades norteamericanas.
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