Puebla / Mayo 21.-
Los Pumas de la Universidad consiguieron un valioso triunfo en calidad de visita, tras derrotar 2-1 a los Camoteros del Puebla, en el choque de ida de las semifinales del Clausura 2009.
Transcurría el tiempo de compensación cuando Marco Antonio “Picolín” Palacios mandó el balón al fondo de las redes, mató al Puebla y silenció a todo un pueblo que se había ilusionado con el título.
Codo a codo, espalda con espalda, los poblanos se desgañitan cuando cae el gol de Acosta, pero juzgan como “ratero” al árbitro que lo expulsa y lloran el triunfo agónico de Pumas.
Es la historia del 1-2 entre camoteros y felinos, en un estadio Cuauhtémoc de locura, que ve herido de muerte a su equipo a partir de la salida de Alejandro Acosta, el hombre más pundonoroso.
Pero la semifinal todavía no está resuelta. Tendrá que definirse el próximo sábado. Puebla necesita ganar por dos goles de diferencia para lograr el boleto a la gran final.
El arranque del partido resultó de locura para la causa local. Los gritos de los aficionados impulsaron al cuadro de La Franja a posesionarse no sólo del balón, sino a encerrar al plantel auriazul.
Por eso no tardó en caer la anotación de Acosta, su tercera en lo que va de la Liguilla, en el cobro de un tiro de esquina el gigante calvo alcanzó a empujar el esférico para que estallara el júbilo en las repletas tribunas del coloso poblano.
La locura y el buen momento invitaba a más goles para los de La Franja; debían aprovecharlo. Sin embargo, permitieron que Pumas rompiera el cerco y generara ocasiones de peligro, la más clara en los botines de Pablo Barrera, cuyo tiro sacudió la red por la parte de afuera.
Poco a poco, los anfitriones retomaron el balón y en una maniobra de Daniel Osorno llegó en inmejorable condición Alvaro “La Bola” González; el tiro pasó arriba del arco.
De pronto, el juego se volvió de vaivenes, y en una de esas Jehu Chiapas catapultó a Íñiguez, pero este no recepcionó y se perdió el gol.
Hasta que en el minuto 32 el silbante Francisco Chacón expulsó a Alejandro Acosta por aplicar una plancha sobre la humanidad de Dante López.
Fue ahí cuando empezaron las acusaciones de robo contra el nazareno por parte de la afición poblana, no sólo por dejar con un hombre menos a su equipo, sino por dejar fuera de la serie a uno de sus jugadores más emblemáticos.
“Chelís” ordenó como pudo a su equipo, pero al ver que Daniel Osorno no podía desarrollar la tarea de carrilero, decidió trasladar a esa zona a Luis Miguel Noriega e improvisar al propio Osorno en la contención.
En el complemento, Pumas se hizo del partido, y ni siquiera la expulsión de Efraín Juárez, en el minuto 62, por acumulación de tarjetas, detuvo el empuje de los felinos.
Así las cosas, al minuto 74 Martín Bravo, quien entró por Palencia, se hizo del balón y tras ganarle la espalda a Vilchez fusiló a Villalpando, quien se precipitó en la salida, y ni siquiera la furiosa reacción del Puebla ayudó a recuperar la ventaja. La desviada de Bernal a tiro de Álvaro Ortiz y el remate al poste de “La Bola”, sólo quedaron en sustos, porque en tiempo de compensación (92) “Picolín” Palacios mató al Puebla con un gol que celebró con llanto.
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