México, D.F.-
Las decimos y a veces ni sabemos qué significan en realidad, lo único que nos queda claro es que tienen un vínculo sexual, ya sea peyorativo, humillante, jocoso o con doble sentido.
Una de esas, es la palabra joto. Pese a que en algunas fuentes le atribuyen su origen a España, al quererla ligar con la baraja española donde el joto está vestido con ropas consideradas, ahora, como femeninas, la verdad es otra.
En realidad este personaje de la baraja nada tiene que ver con la acepción de homosexualidad que tiene. De hecho, esa vestimenta era la usual en los caballeros de la corte durante la Edad Media y no se consideraba en lo más mínimo afeminado; por el contrario, era distintivamente masculina a diferencia de los grandes vestidos de las mujeres.
La verdad es que joto es una palabra nacida en México y acuñada dentro de una de las zonas más rudas de la capital, el popularmente conocido Palacio Negro de Lecumberri.
Cuenta la historia que esta edificación, que sirvió como penitenciaria de 1900 a 1976 tiene una forma radiada con un polígono hexagonal al centro, donde convergían las crujías donde se encontraban los reos.
A cada una de las crujías se le asignó una de las letras del abecedario y en cada una se clasificaban los presos por sus delitos. En esa época, que abarcó desde el mandato de Porfirio Díaz y hasta el gobierno de José López Portillo, la homosexualidad era considerada delito en México.
De tal forma, en una de esas crujías se solía recluir a todos los que consideraban homosexuales y ésta tenía la letra “J”. Los jotos derivaban de la jota, de ahí nuestra costumbre de usar dicha palabra.
De hecho, su origen no era peyorativo, esa condición la adquirió con el tiempo.
Por otro lado, la palabra gay se dice que tiene origen latino con el término gaudium, que significa “gozo o gozoso”. En 1110, se encontraron registros de la palabra en la lengua de occitano, con los términos gai y jai, con el mismo significado.
Con la connotación de alegre, festivo y divertido, el término gay perduró en el inglés. En ese tiempo, no tenía ninguna relación con lo sexual; en la Inglaterra victoriana, el término gay se aplicaba a los hombres que ejercían la prostitución homosexual, por el modo alegre en que vivían y la forma en que se vestían. Finalmente, el término gay boy (literalmente “chico alegre” o prostituto) se convirtió en sinónimo de homosexual dentro de la lengua inglesa.
Antes del siglo XX existían diferentes términos para identificar a las personas que sostenían relaciones sexuales con otras de su mismo sexo, fue el caso de “pedófilo” o “uranista” propuesto por Karl H. Ulrich “para describir a los varones que tenían, de manera congénita e irreductible, un alma de mujer dentro del cuerpo masculino”.
Es a finales de los 70, del siglo pasado, cuando la palabra gay aparece para quedarse, ya no en el inglés, sino para trascender a todas las lenguas del mundo.
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