De todos es conocido que los mejores momentos de José José ya son cosa del pasado. Aquella voz impresionante, aquellas interpretaciones que hacían vibrar el alma de quienes lo escuchaban quedaron para la posteridad en las grabaciones que “El Príncipe de la Canción” realizó, y que hoy son para él un “tortuoso” recuerdo de lo que alguna vez fue.
Gracias a youtube, acabo de ver la actuación de José José en un palenque del centro de México. Yo, que soy un gran admirador de su trabajo bajo la tutela de Rafael Pérez Botija, con quien hizo mancuerna en gloriosas grabaciones como “Volcán” o “Gavilán o paloma”, por mencionar sólo dos de las muchas canciones de éxito que este binomio logró, me quedé mudo de la impresión.
Aunque es evidente que el tiempo hace estragos en las capacidades físicas de todos nosotros y que la voz, al paso de los años, cada vez es más difícil de conservar limpia, clara y poderosa, el caso de éste, alguna vez prodigioso artista, es más que lamentable y vinieron a mi mente escenas de un pasado tremendo.
Para muchos, el problema con la garganta de José José es reciente, pero si mi memoria no se me rebela, hace más de 20 años que fue traicionado por sus cuerdas vocales.
En 1995 aproximadamente, ante un Teatro de la Ciudad lleno, José José fue incapaz de emitir nota alguna. Recuerdo el gesto de angustia reflejado en su cara cuando pidió al público: “Canten ustedes, yo no puedo… perdón”.
La gente, desconcertada, no atinaba a comprender la situación, pero cuando la orquesta que acompañaba al artista tocó la introducción de “Lo dudo”, José José puso el micrófono para que fuera la audiencia quien cantara… y así, canción tras canción.
Sobra decir que el público estaba en un llanto. Lo que se suponía era un encuentro agradable entre artista-fans, se convirtió en un suplicio. Los reporteros que estábamos cubriendo la nota, nos sentíamos como en otro mundo. Aquello era un cuadro irreal; parecía como una pesadilla.
Al terminar el show, José José, en un llanto, agradeció a sus admiradores por haber sacado adelante un momento a todas luces embarazoso para todos mientras la gente, de pie, ovacionaba su valor por haber aceptado que era incapaz de continuar el espectáculo.
Pues si hace dos décadas la situación de “El príncipe…” era desesperada, lo que acabo de ver fue realmente atroz. Ya no tiene la mínima voz, su estado de salud se percibe deteriorado, ha envejecido prematuramente y tiene dificultades para moverse.
Pero aún así, la gente lo idolatra, casi tanto como a Juan Gabriel, Vicente Fernández o al mismísimo “Potrillo”. Bueno, lo idolatra y ¡paga por verlo!
Con José José sucede un fenómeno extraño e irrepetible y ahí es cuando vuelvo a creer que cuando siembras cosas buenas, cosas buenas cosechas. Él siempre fue bueno con su público, siempre fue, y sigue siendo, amable, cariñoso. Para él una sola persona era tan importante como mil.
Me consta que cuando se presentaba en el palenque y terminaba a eso de las 3 ó 4 de la mañana todavía se quedaba hasta el amanecer atendiendo a todos y cada uno de sus admiradores que buscaban una foto o un autógrafo. Conversaba con ellos, los escuchaba y atendía con mucho cuidado sus peticiones.
Alguna vez vi cómo fue testigo de una petición de matrimonio en un incómodo y caliente camerino. Cómo les cantó a esa pareja de enamorados su canción favorita y cómo ellos salieron fascinados con ese gesto.
Por eso no me extraña en lo absoluto de la gente siga manteniendo el cariño por José José, que todavía llene los lugares en los que se presenta, aunque sólo sea para verlo hacer su mejor esfuerzo para tratar de complacerlos.
Yo quisiera saber cuál de nuestros nuevos ídolos va a tener, ya no hablemos de la vigencia, sino contar con la solidaridad y el respaldo de miles de personas que pagan con amor, el amor que alguna vez recibieron.
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