“Ojalá que ya no tengamos necesidad de contratar nuevos créditos”, dijo este viernes el tesorero estatal Jorge Silvestre Ábrego Adame, sobre un posible nuevo endeudamiento del gobierno de la entidad.
Y ojalá (si Dios quisiera, o si Dios quiere) se meta a la cárcel a los responsables, si es que lo hacen.
De 7 mil millones de pesos de deuda contratada que se supone -porque a nadie nos consta- dejó Eugenio Hernández Flores, a su salida el 31 de diciembre del año 2010, ya la trácala andaba al 31 de diciembre de 2014, por los 10 mil 500 millones, según el último reporte oficial de Silvestre Ábrego.
Ya pasaron cuatro meses desde entonces y con la venia de un muy entregado Congreso local, el cual ya autorizó desde el año pasado a la administración estatal para contraer más empréstitos si así lo consideran, es de pensarse y de tenerse en cuenta, que en cualquier momento pudo haber crecido la misma.
Sobre todo estimado lector, de que tales cifras y cantidades de miles de millones, son los que a ellos se les pega la gana de ventilar, así que eso no significa que todo sea verdad, bien pudiera ser mucho más la bronca económica que ya vamos cargando como “El Pípila”, todos los tamaulipecos.
Según el antecesor de Silvestre, como secretario de Finanzas de Tamaulipas, es decir, el hoy candidato a diputado federal por el Distrito V de Tamaulipas, con cabecera en Ciudad Victoria, Miguen González Salum, la deuda creció en un 57 por ciento en sólo tres años y medio, desde el arribo de Egidio Torre Cantú al gobierno de la entidad y hasta mitad del 2014.
Y la misma se calculaba cerrar en 11 mil millones para el último día de 2014 (ya recién confirmada esta cifra, la semana pasada, por Ábrego Adame).
Y la Auditoría Superior de la Federación, reveló que en el sexenio de Eugenio Hernández, la deuda pasó de mil 008 millones 500 mil pesos, a 10 mil 069 millones 749 mil pesos.
No somos economistas, pero de 10 mil 069 millones que advierte la ASF, comparado con los 7 mil millones que dice la administración de Egidio Torre, haber recibido, hay mucha diferencia, quién sabe cuál será la verdad.
Repetimos, no somos economistas, pero tampoco ellos son muy claros.
EL AÑO DE HILDAGO
“Vamos a esperar -sobre contraer nueva o adicional deuda-, si en un momento dado se presenta alguna necesidad urgente, pues lo tendremos que hacer, pero esperemos que no”, dijo Jorge Silvestre Ábrego.
Se viene el impostergable y por ende, triste (más bien, lamentabilísimo para quien está en el poder, con todo el control de la caja de las galletas) “Año de Hidalgo”.
Y este trago amargo para el gobernante lo suele sobrellevar aplicando todo el folclor y las arraigadas costumbres de nuestros funcionarios de antaño, desde que nació la república.
Así es que; ¿Usted cree estimado lector, que conociendo a nuestro políticos metidos a gobernantes o funcionarios encandiladores como un secretario de finanzas, no surja tal “necesidad urgente” de un pequeño empréstito de último año?
Digo, ahí nada más, como no queriendo la cosa, para darle un buen “ráscale” o “coscorrón” al mismo.
Ojalá que no.
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