México, D.F.-
Calificativos sobran, porque de Pita Amor se ha escrito mucho; su genio y figura la han inmortalizado tanto casi como su antigua belleza, ésa que alguna vez puso el mundo a sus pies y que al extinguirse convirtió a la llamada Undécima musa en una especie de sombra errante.
Mañana se cumplen 15 años de su muerte y se le recuerda no sólo como la excéntrica mujer que terminó sus días el 8 de mayo del 2000, en un departamento de la capital mexicana, sino como una mujer de fuerte carácter, precursora de la liberación femenina; inspiración de fotógrafos y pintores y autora de una obra sui géneris.
“Yo soy mi casa”, un libro que se ubica entre la novela y las memorias, es un ejemplo de la obra personal que deja a la posteridad, por la que desfilan personajes, hechos y objetos, que sirven de marco “a las experiencias y sentimientos de una niña terrible y siempre sola en medio de salones y sótanos del caserón aristocrático de su niñez”.
Guadalupe Teresa “Pita” Amor nació el 30 de mayo de 1918, en la Ciudad de México, en el seno de una familia de la aristocracia mexicana, aunque en su sangre predominaba la ascendencia española, alemana y francesa.
Desde pequeña se sintió atraída por la poesía y cuentan que ello se debe a que su familia acostumbraba, tras la cena, leer poemas de Luis Góngora (1561-1627), Francisco de Quevedo (1580-1645), Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695) y Ramón López Velarde (1888-1921), los cuales influyeron en sus escritos.
Sus biógrafos coinciden en que desde su adolescencia ansiaba abandonar su hogar, lo cual reflejó en su atrevida forma de vestir, poco antes de los 18 años su sueño se cumplió y huyó para comenzar vida como soltera, en una época en la que organizaba reuniones en su departamento.
Era bonita pero más vanidosa, se hizo actriz y acabó siendo inspiración de varios artistas, entre ellos Diego Rivera (1886-1957) quien la pintó desnuda un par de veces, lo que produjo un escándalo dentro de la familia Amor.
También fue conductora del programa “La señora de la tinta” del Canal 11 y “Variaciones sobre un motivo poético”, de Radio Universidad; escribió en suplementos y diarios como “El Nacional”, “México en la cultura”, entre otros.
A las reuniones en su casa asistían grandes personajes como Octavio Paz (1914-1998), Carlos Fuentes (1928-2012), Elena Garro (1916-1998), Juan José Arreola (1918-2001), Pina Pellicer (1934-1964) y José Revueltas (1914-1976).
Tendría unos 41 años cuando decidió tener un hijo, al cual no se sintió capaz de criar, por lo que se lo dio en custodia a su hermana mayor, pero pasado un año murió ahogado en una pileta, lo cual le provocó una crisis y su vida personal se volvió silenciosa y descuidó su aspecto físico.
Reapareció en los años 80, como una mujer insolente y arrebatada, se le recuerda en el Ateneo Español, donde declamó poesía de Sor Juana, Salvador Díaz Mirón (1853-1928) y Xavier Villaurrutia (1903-1950), entre otros.
Estudiosos de su obra señalan que en su poesía escribió con obsesión sobre temas como el miedo, la angustia y la soledad, que en su vida la rodeaban desde muy joven; la angustia de vivir, de Dios, de la nada, siempre redactada en primera persona, tratando de la vida y su experiencia femenina.
En su repertorio poético destacan “Puesta obstinada” (1947), “Círculo de angustia” (1948), “Polvo” (1949), “Décimas a Dios” (1953), “Todos los siglos del mundo” (1959) y “Soy dueña del universo” (1984).
Pita Amor, compañera de Pablo Neruda durante la época mexicana del poeta y autora de dos textos en prosa “Yo sin mi casa” (1957), y “Galería de títeres” (1959), murió el 8 de mayo del 2000, en su ciudad natal.
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