Durante dos décadas, Daniel Fernández fue una amenaza para sus rivales en la caja de bateo y sobre las almohadillas.
En el primer juego de la campaña, Fernández se despidió como pelotero en activo. Pero no por eso dejó de ser una amenaza, ahora desde la caseta de Diablos Rojos.
El resultado fue el mismo, con Fernández siendo parte central de un equipo exitoso, concretando ese éxito con el título 15 en la historia del equipo y el octavo para él con la franela escarlata, aunque primero como timonel.
El pequeño ex jardinero veracruzano le cambió la cara a su equipo, en el terreno de juego, pero no en rendimiento.
Pupilo del legendario Benjamín ‘Cananea’ Reyes, Fernández retomó la fórmula de su mentor. Nunca predecible y casi siempre efectivo.
Es decir, un vivo reflejo de lo que fue el de Ciudad Cardel como pelotero.
Toque de bola, fundamentos, robos de base, y el batazo grande ocasional.
Así los Diablos Rojos se enfilaron al título 2008 de la Liga Mexicana de Béisbol, destronando a los campeones Sultanes de Monterrey en cinco encuentros.
Pero no siempre fue así, Marco Antonio Vázquez, Bernie Tatis y Tim Johnson, también ganaron títulos con los pingos.
Pero ellos lo hicieron a base de poder, almohadilla por almohadilla, y sin poco que arriesgar.
Nada más distinto a la fórmula utilizada por Daniel Fernández.
Por supuesto que Fernández no lo hizo solo. Recibió mucha ayuda.
Este año llegaron a reforzar al equipo peloteros como Elmer Dessens, Ricardo Rincón, José Macías y Gerónimo Gil, que se unieron a Roberto Ramírez, Víctor Álvarez, Miguel Ojeda, Francisco Córdova y David Cortés. Todos ellos con experiencia de Grandes Ligas.
Y además, siete de ellos (excepto Macías y Cortés) con una hechura escarlata. El llamado de la sangre, que sirvió para facilitar el debut de su timonel.
“Definitivamente manejar a quienes tuve muchos años como compañeros fue importantísimo y fundamental”, comentó luego de concretar la odisea con la corona de la pelota veraniega.
Poder dirigir a personas que conoces de años, que tienen la confianza y el respeto, no tiene precio. Pero no hubiera sido posible sin la visión y ambición de Roberto Mansur, presidente deportivo de la escuadra, quien dejó de lado el experimento de la mexicanización con la llegada de extranjeros como Francisco Butto, Macías y Andres Cazaña.
“La directiva busca los elementos para armar un buen equipo y jugadores hacen su trabajo en el terreno”, comentó el contador Alfredo Harp Helú, presidente de la novena capitalina. “Hoy, toda la organización cumplió un año éxitoso”.
Éxito, ese es el sinónimo de Daniel en el terreno y en la caseta, así lo reconoce Helú y gran parte de la pelota nacional, pues sus logros hablan por si solos.
“Los récords que dejó en la Liga Mexicana como jugador son extraordinarios, y ahora comienza una carrera nueva como manager”, señaló Harp. “Tiene un futuro, porque es una persona que entiende a sus jugadores y supo llevar al equipo al camino del éxito”.
Un camino que intentarán recorrer de nuevo en 2009.
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