Me da pena, en serio, los apuros y problemas por los que está pasando Enrique Peña Nieto debido a la andanada de críticas y reportajes de los medios independientes así como en las redes sociales, y en particular del periodista de Univisión Jorge Ramos, quien es un paisano valiente que no baja de corrupto al presidente de México y le exige a voz en cuello su renuncia de inmediato.
Claro que a Peña Nieto le basta y le sobra con tener a sus pies a Televisa y a TV Azteca, porque a la radio la controla más o menos con la mano en la cintura en tanto que los medios impresos lo tienen sin cuidado porque en Los Pinos y en Palacio Nacional dan por hecho que los periódicos y revistas les hacen “lo que el aire a Juárez” debido a que las masas no acostumbran leer y la mayoría de la prensa en México está sometida por el presupuesto publicitario y las “atenciones” oficiales.
Por ejemplo, el 25 de noviembre del 2014, la legisladora Layda Sansores, desde lo alto de la tribuna, llamó a Peña Nieto, con todas sus letras y a grito abierto “inepto, cobarde y corrupto”, sin que los medios, muy patriotas y comprometidos con el señor Presidente lo difundieran, a excepción de uno que otro que aún cree en la libertad de prensa y la practica con todos sus riesgos.
Peña Nieto, con tener a Televisa y a TV Azteca de su lado, está feliz, porque acaparan mayoritariamente las audiencias, aunque ahora se le ha metido como piedra en el zapato un hombre de la televisión estadounidense, sí, pero que tiene presencia en nuestro país por ser mexicano y por aprovechar cuanta tribuna internacional se le ofrece para lanzarse a fondo contra la corrupción oficial y hacer señalamientos directos al señor Presidente y a su familia. Es Jorge Ramos, para mejores señas.
Es un férreo defensor a morir de Carmen Aristégui porque él está seguro de que fue Peña Nieto el que ordenó que la corrieran de la radio por sus investigaciones en torno a las famosas “casas blancas” del primer mandatario mexicano y de la esposa de éste Angélica Rivera “La Gaviota” así como de Luis Videgaray, el Secretario de Hacienda, conseguidas dichas mansiones mediante el tráfico de influencias con sus constructores favoritos en un flagrante conflicto de interés. Y Jorge Ramos no se calla y dice que nadie lo va a callar.
“No tenemos acceso a la Presidencia. No tenemos acceso a Peña Nieto ni hay manera de tener acceso a la información oficial”, alega el comunicador, como respuesta del señor Presidente a su postura permanente y a lo que dijo el 23 de abril al participar en la cena-gala de la revista Time -que lo ubicó entre las cien personas más influyentes del mundo-, donde despotricó contra la censura que padecen los medios en México y criticó a Time por aquella portada lambiscona de “Saving Mexico” con la fotografía de don Enrique al inicio de su mandato.
Pobrecito de Peña Nieto, en serio. Usted lo podrá ver muy sonriente y positivo y aplaudirá su estado de ánimo optimista en público, sobre todo ante las cámaras de Televisa y de TV Azteca, pero en fondo y en la soledad de su despacho lo abruman los juicios que le llegan de los medios independientes y la sarta de mensajes de las redes sociales en contra de su gobierno y de su persona, porque los datos duros están ahí y son incontrovertibles: los ciudadanos siguen reprobando su administración.
En abril de 2013, el 30 por ciento de los ciudadanos desaprobaba la administración de don Enrique, pero en marzo de 2015 la desaprobación subió al doble: 57 por ciento. El cambio es mayor entre los líderes de opinión. Sin embargo, la desaprobación se cuadruplica del 20 por ciento al 82 por ciento en el mismo periodo, según lo ha dado a conocer el escritor regiomontano Gabriel Zaíd, glosando las estadísticas de encuestas muy serias.
“Para los mexicanos de este siglo las mayores preocupaciones no han sido la inflación, las elecciones o la salud, sino la seguridad, la impunidad y el desempleo”, apunta el laureado hombre de letras que goza de gran prestigio en todo México por su inteligencia y amplia cultura demostradas en su larga trayectoria.
Para él, sin embargo, la alternancia resultó decepcionante con un Partido Acción Nacional inepto para gobernar, lo que hizo exclamar cínicamente a muchos mexicanos: “Mejor que regresen los que saben, aunque sean corruptos”. Pero volvieron y resultó que tampoco saben.
Pero lo corrupto es lo que más sobresale en las críticas de un lado a otro. Y lo peor es que el señor Presidente no se salva aunque su partido, el PRI, siga ganando votos. Después de todo éstos son más producto de la maquinaria electoral y de la simpatía o popularidad de algunos candidatos, y menos, muchos menos, de la reflexión. Pobrecito Peña Nieto que sabe muy bien no puede engañarse ni con los resultados del 7 de junio.