¡Espectacular! ¡Diferente! ¡Asombrosa! ¡Realista! ¡Cruel! ¡Humana! Son algunos de los adjetivos que es escucharon la noche del jueves 21 de agosto en el Museo de Arte Contemporáneo de Tamaulipas, durante la inauguración de la exposición de la 12ava Bienal Nacional de Fotografía colgada en las salas 1 y 2 en coordinación con el Centro de la Imagen, y de la muestra Fotografías en la periferia de la guerra, de la periodista Texana Alyssa Banta. Por una razón muy sencilla se dieron tales exclamaciones, a las que habría de sumar ¡Conmovedora! ¡Diferente! Porque la muestra se ciñe a los canones del arte contemporáneo, el cual, ya no tiene como única finalidad la belleza a que apelan las mentes decimonónicas, sino que contiene todas las categorías estéticas y toma muy en cuenta a la lingüística y a la semiótica.
En ambas muestras podemos encontrar no solamente lo bello, que lo hay, sino lo horrible, lo cursi, lo irónico, lo real, lo fantástico, lo misterioso, lo repugnante, lo sublime, por citar algunas de las categorías estéticas, además de una factura, es decir, una calidad de trabajo del más alto nivel en cada una de sus especificidades e intenciones. Ya sea la fotografía análoga, digital o la realizada con celulares o cámaras artesanales.
Así como la preocupación por temas eternamente actuales, el género, la enfermedad, la muerte, la guerra, la literatura, el arte, la arquitectura, la contracultura, la vida cotidiana y todo lo que concierne a lo que llamamos realidad, punto de partida de todo el arte contemporáneo, y quizá su tema más discutido y discutible, ya que la realidad no es fácil ubicarla, por ejemplo para un budista, ambas muestras no serían sino reproducciones de las ilusiones del Samsara.
Son tan interesantes las preguntas que se hacen acerca del arte contemporáneo que a iniciativa de la directora del museo, Vilma García de Seguy, en el departamento académico iniciamos pláticas con el maestro Othón Téllez, director de la Escuela Nacional de Pintura y Escultura de la Esmeralda, para ofrecer, el año que entra un diplomado sobre ese tema con un diseño curricular y una certificación por parte de La Esmeralda, y un financiamiento, organización, logística y espacio por parte del Gobierno del Estado a través del Museo de Arte Contemporáneo de Tamaulipas en Matamoros. La iniciativa fue muy bien acogida y se espera una nutrida asistencia.
Pero volviendo a las exposiciones. Otra cosa que cabe destacar es la capacidad de convocatoria, que como arte visual tiene la fotografía, sobre todo entre la juventud. La muestra en ambas colecciones reúne 281 imágenes y fue tan acertada la museografía de Javier Dragustinovis y de Juan González que una muestra tan vasta, en la que el museo agregó 40 metros lineales al espacio expositivo, puede leerse con claridad y disfrutarse con agrado si usted tiene tiempo suficiente para verla con detenimiento.
La obra de Alyssa Banta merece una profunda reflexión, pues nos invita a preguntarnos en donde se lleva a cabo el verdadero poder devastador de las guerras. Algo que los gobiernos guerreristas intentan ocultar, porque es lo que elimina cualquier intento de legitimación de los conflictos armados. El sufrimiento de los pueblos que se encuentran asentados en el territorio de guerra, los cuales son las verdaderas víctimas. Los soldados ya lo sabemos, van a matar y a morir, cuentan con los medios de ataque y defensa y con los recursos de aprovisionamiento y salud para llevar a cabo su “trabajo”. Pero los civiles, las viudas, los huérfanos tienen que valerse con sus propios medios y en cuanto a las Naciones Unidas o la Cruz Roja, es tal la devastación y la hambruna que por más esfuerzos que haces, siempre son pocos y tarde.
Por eso puedo asegurar que el arte de Alyssa es de la mayor calidad, no se contenta con la crítica, nos lleva a la compresión mediante la sensibilidad, no es una idea o un cliché lo que nos pone enfrente: Mírenlos pobrecitos. ¡No! Nos hace entender la injusticia de la única manera en que es posible entender, sufriéndola. Para ello se requiere una gran calidad humana, una sensibilidad a flor de piel y mucha dirección en el mensaje.
Para hablar de la 12ava Bienal de Fotografía hace falta escribir un libro, solamente les diré que es lo más actual y lo mejor de la fotografía artística en nuestro país realizada por mexicanos de dentro y en los Estados Unidos, que es tan amplia su variedad que sería imposible resumirla en unas cuantas líneas y que si le gusta lo bueno y lo contemporáneo, si ya esta cansado de bodegones y marinas, puede darse una vuelta al museo, la exposición estará colgada hasta octubre y que su curador, el maestro Juan Antonio Molina, dará en noviembre un curso de fotografía en el MACT. Pásela buen y sea feliz, es lo único que verdaderamente vale la pena.
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