México, D.F. / Mayo 24.-
El sistema de vigilancia epidemiológica en México padece deficiencias estructurales y programáticas. Hay normas, programas y mecanismos de coordinación, pero la Secretaría de Salud desestima metas estratégicas e indicadores para medir el impacto de las actividades para la vigilancia de epidemias, de modo que no existen referentes que permitan medir la eficacia en cuanto a vigilancia y control epidemiológicos. Así lo ha documentado la Auditoría Superior de la Federación (ASF), en tanto que una experta de Fundar expone la fragilidad de los sistemas estatales de salud.
Orgánicamente, el sistema federal de salud cuenta con su Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica (Sinave). Éste es operado por el Centro Nacional de Vigilancia Epidemiológica y Control de Enfermedades, y dispone del Sistema Único de Información para la Vigilancia Epidemiológica y la Unidad de Inteligencia para Emergencias en Salud, para monitorear y proveerse de información sobre más de 100 enfermedades con potencial de riesgo epidemiológico; y el Centro Nacional de Enlace. En tal entramado institucional, dependiente de la Secretaría de Salud (SSa), pueden rastrearse los problemas.
El laberinto de la vigilancia
En abril pasado, en un recorrido con periodistas por la Unidad de Inteligencia para Emergencias en Salud, el director general adjunto de Epidemiología, Hugo López-Gatell Ramírez, explicó cómo funciona el sistema mexicano de alertas y vigilancia epidemiológica.
Básicamente, concentra la información epidemiológica a nivel nacional y, en particular, monitorea unas 117 enfermedades que, como la influenza, tienen potencial de riesgo sanitario. Cada semana, la información proveniente de las 19 mil unidades de salud de las 32 entidades federativas y las 237 jurisdicciones, se sistematiza y encauza al Sinave. Según los protocolos, se sigue con atención la tendencia de las enfermedades y cuando una de ellas rebasa el promedio de casos presentados con anterioridad, se encienden los focos rojos y se profundiza la investigación.
Creado en 1995, el Sinave estableció a su vez el Sistema Único de Información para la Vigilancia Epidemiológica, para evaluar la información acopiada por la Unidad de Inteligencia para Emergencias en Salud. De acuerdo con el Programa de Acción del Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica (2001), “los componentes del Suive son: el Sistema de Notificación Semanal de Casos Nuevos (Suave); la Red Hospitalaria para la Vigilancia Epidemiológica (Rhove); el Sistema Epidemiológico y Estadístico de las Defunciones (SEED) y; los sistemas especiales de Vigilancia Epidemiológica, los cuales se complementan entre sí y cuentan con los siguientes cuatro mecanismos de apoyo: laboratorio, investigación, evaluación y capacitación”.
López-Gatell Ramírez explicó que el “sistema no intenta recabar información de las 19 mil unidades de salud sobre influenza, ese no es el modelo de trabajo; lo que interesa es ver tendencias, porque las tendencias nos dan señales tempranas, pero ningún país intenta tener una cobertura de 100% de lo que ocurre”.
El Sinave se respalda en las llamadas “unidades monitoras”, un conjunto de hospitales y centros de salud que suman actualmente 520. “Están por todo el país y tienen una representación geográfica; a través de ellas tenemos una identificación de casos”, añade el director general adjunto de Epidemiología.
Unidad de Inteligencia
La Unidad de Inteligencia para Emergencias en Salud es el centro neurálgico en la detección de epidemias y la toma de decisiones. De ahí salió la información para el secretario de Salud acerca de la presencia en México del virus A H1N1 y, según un documento interno, “recibe la notificación de todas las entidades federativas con respecto a la presencia de casos y brotes de enfermedades de interés epidemiológico. Esto tiene por objeto el disponer con oportunidad, de información sobre cualquier potencial riesgo o situación que pueda o afecte la salud de la población”.
Dispone de comunicación vía satélite; una sala de situación, “en donde se analiza la información y se toman decisiones”; un hospital móvil, y “siete unidades de comando” emplazadas en diversas regiones del país. Producen reportes diarios e informes de seguimiento de eventos de interés, así como un “boletín epidemiológico semanal”.
Tras la entrada en vigor del Reglamento Sanitario Internacional, la Secretaría de Salud determinó que en esta unidad se estableciera el Centro Nacional de Enlace, dependiente Hugo López-Gatell Ramírez, director general adjunto de Epidemiología y quien precisa que “México está adherido al Reglamento Sanitario Internacional, tenemos una red de colaboración internacional, tanto a través de la OMS, como a través de la Alianza para la Prosperidad y Seguridad de América del Norte, con Estados Unidos y Canadá, como con el Grupo de Seguridad Global en Salud y los siete países industrializados. Todo esto nos ha dado muchas herramientas para tener una respuesta rápida”.
En cambio, el funcionario asegura que no tienen ningún tipo de coordinación con el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), aunque la Unidad de Inteligencia está dispuesta a concretar algún tipo de coordinación e intercambio de información con esa institución. “No hemos establecido un convenio o mecanismo de colaboración formal, pero sería deseable tenerlo”.
Las deficiencias, según la ASF
El más reciente informe de la ASF —el relativo a la cuenta pública 2007— reconoce méritos de organización al sistema de vigilancia epidemiológica, pero advierte “deficiencias en el diseño de las actividades institucionales”. Y abunda: “En materia de vigilancia y control epidemiológico no se actualizaron los lineamientos técnicos y metodológicos requeridos para el monitoreo de 11 (7%) de los 41 padecimientos que constituyen riesgos potenciales a la salud de la población del país”. Es decir, de las 41 enfermedades sujetas a vigilancia por parte de la Secretaría de Salud, en el caso de 11 la Auditoría Superior de la Federación no encontró el respectivo manual de vigilancia epidemiológica.
Otra deficiencia encontrada por los auditores de la ASF se refiere a información y reportes actualizados: “La Secretaría de Salud y sus órganos desconcentrados no contaron con información documental actualizada sobre el avance en la consecución de las metas estratégicas de mediano plazo (…) que coadyuve a la toma de decisiones, la transparencia, la evaluación de las actividades efectuadas y la rendición de cuentas”.
El Programa Nacional de Vigilancia Epidemiológica 2007-2012 identifica tres metas de mediano plazo y un indicador de corto plazo para la vigilancia epidemiológica, pero la SSa “no estableció las metas de mediano plazo relacionadas con la vigilancia de las enfermedades transmisibles (…), ni tampoco contó con un referente anual que permita medir los avances en materia de vigilancia y control epidemiológico”, establece el informe de la Auditoría Superior de la Federación.
Además, el Programa Nacional citado estableció como meta de mediano plazo “instrumentar un sistema de detección oportuna de padecimientos epidemiológicos de interés en los puntos de entrada del país mediante el establecimiento de centros de vigilancia epidemiológica adecuadamente equipados en aeropuertos internacionales, puertos marítimos y fronteras terrestres”. Con esta meta se pretendía cubrir “75% de los puntos de entrada del país”. Sin embargo, al no contar con indicadores de corto plazo, es imposible determinar la eficacia de aquel sistema de vigilancia.
En su informe, la ASF establece también que el Centro Nacional de Vigilancia Epidemiológica y Control de Enfermedades ha llevado a cabo “una serie de actividades encaminadas a la detección oportuna de padecimientos epidemiológicos en aeropuertos internacionales, puertos y fronteras terrestres”, pero tampoco existen indicadores que muestren la eficacia de tales acciones.
Esto explica, por cierto, que el virus de influenza A H1N1 haya ingresado a territorio mexicano sin que las autoridades sanitarias detectaran indicios siquiera, aunque Hugo López-Gatell Ramírez, director general adjunto de Epidemiología de la Secretaría de Salud, asegura que el virus no sólo sorprendió a las autoridades mexicanas, sino al mundo, “como seguramente iba a ocurrir con cualquier otro virus nuevo”.
Sistemas estatales frágiles
López-Gatell Ramírez afirma que la vigilancia y control de epidemias pasa por un proceso en el que las autoridades estatales fijan el primer cerco ante un evento de esta naturaleza y la Secretaría de Salud interviene sólo si el estado lo solicita. “Antiguamente la Dirección General de Epidemiología resolvía todos los brotes y todos los problemas del país, pero desde 1994 se federaliza la atención de la salud y es responsabilidad de cada estado atender sus problemas de salud. Si un estado se ve rebasado en su capacidad, solicita ayuda”.
En el informe Influenza y gasto público en Salud (mayo 2008) ,Briseida Lavielle, investigadora de Fundar, Centro de Análisis e Investigación, apunta que precisamennte esa jerarquización en la responsabilidad pública es causa de la fragilidad del sistema nacional de salud. “Otra cara de la fragilidad es la incapacidad de respuesta de los sistemas estatales de salud, que no cuentan con centros estatales de vigilancia epidemiológica y que además, carecen de los procedimientos, equipo e infraestructura en el primer nivel de atención. Un sistema de salud en estas condiciones deja expuesta a la población”.
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