México, D.F. / Mayo 25.-
“Hija el carro es bonito, pero, ¿quién lo va a mantener?… ¡Discúlpame, mamita!, pero ¿qué te parece si hablo con la gente del SNTE y de la agencia para que la podamos cambiar —la camioneta— por una casita?”, decía Irma Aragón a su hija Airani, después de saber que el boleto que la pequeña eligió hace más de un mes fue uno de los 51 “cachitos” ganadores de los que hasta ahora obtuvieron una camioneta Hummer de lujo que rifó el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.
La niña de 5 años le contesta que ojalá mejor pudieran comprar un “castillo pintado de rosa, blanco y un listón rojo”, pero también anhela quedarse con la camioneta y salir a pasear por la costa, allá en Pochutla, a seis horas de la capital oaxaqueña.
De las 53 camionetas que esperaban rifarse, hasta ahora sólo 51 han sido asignadas, debido a que en una sección no se vendió el boleto y en otra más se extravió el boleto ganador. El representante jurídico del sindicato, Jorge Hernández, dice que se vendieron 499 mil boletos para recaudar los 53 millones de pesos para la reparación de 530 escuelas.
Una de las camionetas que originalmente compró el SNTE para regalarlas en octubre de 2008 a líderes sindicales, será para Airani el próximo 18 de junio, un día después de que cumpla seis años de edad.
Hace tres años, durante el conflicto magisterial en la entidad Irma trabajó como prefecta en una escuela de la región de Pochutla. Contribuyó a formar la nueva sección 59 del SNTE. Cuando el conflicto concluyó y los dirigentes recibieron recursos para pagar salarios caídos, ella buscaba “quedarse con una clave”, es decir, una plaza y ser contratada como prefecta y eventualmente docente, pero no se pudo porque sólo tiene estudios de bachillerato.
Durante los 10 meses laboró en las escuelas y suplió en varias ocasiones a maestros de matemáticas. “La verdad me gustó y sí le sabía, claro que me ponía a estudiar para llegar preparada”, cuenta. Por ese periodo de trabajo recibió siete meses de salario, es decir, 17 mil pesos. Luego, ya no hubo oportunidad de seguir en el magisterio, y terminó como empleada de Los Vaqueros, un restaurante de Pochutla.
Hasta ese lugar llegó hace un mes y medio un maestro de la secundaria técnica 172 a ofrecer los boletos, en “solidaridad” con quienes la habían apoyado cuando fue maestra. Irma le compró un boleto, pero el maestro le dijo que eligiera otro, que se lo regalaba. De entre las mesas salió Airani, quien no había ido a la escuela por suspensión de clases.
“Ella tomó los boletos y me preguntó cuál era el número de su cumpleaños, pero ya no estaba y le dije que eligiera otro. Me lo enseñó y luego que pusiera su nombre, ya sabe hacerlo —dice orgullosa—. Lo hizo y le ayudé a terminar. Puse mi mano encima de la de ella y escribimos”, cuenta Irma a través del teléfono.
Desde hace más de dos años Airani y su mamá Irma se quedaron sin casa. Durante la separación, el papá de Airani se quedó con la que tenían y desde entonces han cambiado varias veces de domicilio. Ahora que Irma convalece de una operación de hernia, en la casa de sus padrinos, la niña ha preguntado una y otra vez a su madre: “¿cuándo tendremos nuestra propia casa mami?, y yo le había dicho que podíamos comprar un terrenito en octubre. Ojalá, que el día que vaya a Oaxaca la agencia me la compre”.
Durante la conversación, Irma es informada que es el SNTE el que entregará la camioneta y no una agencia, a lo que responde: “Bueno, buscaré que una agencia me la compre, pero ¡híjole! está de pensarse… Voy a ver, a tratar con una agencia. A venderla… a esperarme a ver si la venderían ellos. El boleto dice que cuesta como 376 mil pesos —en realidad dice 372 mil 500 pesos—”, cuenta.
Ambas sólo han visto dibujada la camioneta en el boleto. “Ese es mi regalo de cumpleaños”, insiste Airani.
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