Ciudad del Vaticano.-
El Papa Francisco urgió hoy a la comunidad internacional a reforzar el empeño en defensa de los derechos de la infancia, durante el Angelus dominical que pronunció ante miles de personas congregadas en la Plaza de San Pedro.
El líder católico recordó que el próximo viernes 12 de junio se celebra la Jornada Mundial contra el Trabajo de los Menores y lamentó que tantos niños no tengan la libertad de jugar o de ir a la escuela, y terminan por ser explotados como mano de obra.
“Deseo el compromiso solícito y constante de la comunidad internacional por la promoción del reconocimiento efectivo de los derechos de la infancia”, apuntó.
En su discurso, pronunciado en italiano, recordó y explicó el valor simbólico del viaje relámpago que –la víspera- cumplió a Sarajevo, la capital de Bosnia-Herzegovina.
“Leo ahí: ¡Bienvenido de vuelta! Porque ayer viajé a Sarajevo, en Bosnia-Herzegovina, como peregrino de paz y de esperanza. Sarajevo es una ciudad-símbolo. Por siglos ha sido un lugar de convivencia entre los pueblos y las religiones, tanto como para ser llamada la Jerusalén de occidente”, dijo.
Recordó que Sarajevo fue también, en el pasado reciente, emblema de destrucción de la guerra pero pudo sobreponerse hasta entrar en un “bello proceso de reconciliación”.
Y aclaró: “Por esto fui, para animar este camino de convivencia pacífico entre poblaciones diversas, un camino cansador, difícil, pero ¡posible! Y lo están haciendo bien”.
Agradeció a las autoridades y a la entera ciudadanía por la “acogida calurosa”, en especial a la “querida comunidad católica”. Pero también reconoció especialmente a todos los fieles: ortodoxos, musulmanes, judíos y de otras minorías religiosas.
“Aprecié el empeño de colaboración y de solidaridad entre estas personas que pertenecen a religiones diversas, empujando a todos a llevar adelante la obra de reconstrucción espiritual y moral de la sociedad. Trabajan juntos como verdaderos hermanos”, añadió.
Asimismo recordó la festividad del Corpus Christi (Cuerpo de Cristo), que se celebra este día en todo el mundo católico, y señaló que la comunión no es sólo nutrición física sino también lo que debe motivar a los católicos a la solidaridad con los más necesitados.
“La última cena representa el punto de llegada de toda la vida de Cristo. No es solamente la anticipación del sacrificio que cumplirá en la cruz, sino que es la síntesis de una existencia ofrecida para la salvación de la entera humanidad”, dijo.
“Por lo tanto, no basta afirmar que en la eucaristía está presente Jesús, se necesita ver ahí la presencia de una vida donada y tomar parte de ella. Cuando tomamos y comemos de ese pan, somos asociados a la vida de Jesús, entramos en comunión con él, nos comprometemos a realizar la comunión entre nosotros, a transformar nuestra vida en don, sobre todo para los más pobres”, estableció.
Sostuvo que ese Jesús que nutre bajo la especie de pan y vino, es el mismo que se le presenta en la vida cotidiana en forma del pobre que tiende la mano, del sufriente que implora ayuda, del hermano que pide disponibilidad y espera acogida, del niño que no sabe nada de la salvación y de la fe, de todo ser humano, “incluso el más pequeño e indefenso”.
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