Mérida, Yucatán / Mayo 31.-
Apenas era el segundo penalti ejecutado por los Venados, pero José Guadalupe Martínez sabía que atajarlo era más que suficiente… Y sus compañeros no lo defraudaron.
Porque el Querétaro volvió por cuarta vez a la Primera División, gracias a un grupo de futbolistas hambrientos de revancha, entre ellos, su arquero, quien ya jugó en el circuito de honor para la UAG y el Puebla.
“Estaba consciente de que mis compañeros son muy buenos tiradores”, aseguró Martínez, mientras presumía la medalla que lo acredita de nueva cuenta como jugador del máximo circuito. “Por eso, ellos sólo me pidieron uno y ahí está… Les correspondí”, comentó emocionado el guardameta.
Héctor Castro, Jonatan Tridente, Marco Jiménez, José Piña e Isaac Romo, no le fallaron.
Saúl Sánchez ni siquiera estuvo cerca de detener algún envío. Durante las tres semanas que tuvieron de inactividad, los queretanos practicaron los penaltis y ayer le sacaron provecho… Claro, con cierta ayuda divina.
La efigie del Gauchito Gil, uno de los objetos de devoción más populares en Argentina, los acompañó en la cancha del Carlos Iturralde. Por más que Mauricio Morales le prohibió a Tridente colocarlo cerca del área en la que se definió el ascenso, el atacante de los Gallos siempre lo tuvo cerca de él. Incluso, no le hace falta la efigie, lo trae tatuado en la pantorrilla derecha.
Por eso retomó confianza, pese a haber errado aquella clara acción, a menos de cinco minutos para el final del tiempo reglamentario. En ese momento, Tridente sólo atinó a llevarse las manos hacia la cabeza, en señal de desesperación… Menos de una hora después, ya cargaba el cetro que adjudica al monarca de ascenso en la Primera División A.
Y mientras los Gallos festejaron, los emeritenses dieron consuelo a Diego Olsina, uno de los pulmones del Mérida, pero su valentía lo cegó.
El sudamericano se acalambró en los tiempos extras, pero su ímpetu lo mantuvo en el campo y hasta cobró un penalti, justo el único que se erró entre los 10 que fueron ejecutados.
Eso explica la tristeza que lo invadió en cuanto Romo oficializó el regreso del Querétaro a la Primera División. Pese a ser un referente de los Venados, Olsina cargó con la etiqueta del villano.
Al final, ya bañado y aún con la frustración marcada en el rostro, su esposa intentó darle ánimos, pero ella también sucumbió ante la tristeza de fallarle a una afición que estaba convencida de que Yucatán tendría un equipo en el máximo circuito del futbol mexicano por primera vez en su historia.
Y allá, en el vestuario visitante, Guadalupe Martínez continuaba encabezando el festejo, porque todos sus compañeros lo catalogaron como el héroe del regreso queretano.
“Somos un equipo y cualquiera podía ser el héroe”, consideró. “Me toca serlo y estoy feliz de la vida”.
Porque esa atajada nunca la olvidará.
“Lo esperé. Ni siquiera me vio, creo que se puso un poco nervioso y lo aguanté a ese lado”, agregó, antes de recibir el enésimo abrazo de la tarde.
Y no podía ser de otra manera, si terminó con un calvario de dos años.
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