México D.F. / Junio 2.-
Las condiciones en que operan los 10 centros de reclusión en la ciudad de México siguen sin atender las recomendaciones de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF), pues al hacinamiento que prevalece, de casi 110%, se suma la insalubridad con que se alimenta a los miles de internos.
Videograbaciones obtenidas por EL UNIVERSAL documentan la sobresaturación de las cárceles capitalinas, que obliga a los presos, en algunos casos, a dormir amontonados, unos encima de otros, en posturas increíbles —como sentados en el juego de “cebollitas”— o recargados en excusados.
Otras imágenes revelan cómo los internos del Reclusorio Norte, por ejemplo, reciben el rancho en condiciones insalubres: algunos internos comen en el piso, otros utilizan botes o los camastros como mesa, y hay quien opta por comer de pie.
En los 10 centros de reclusión había hasta este lunes 40 mil 217 internos. La sobrepoblación es casi de 110%, y eso ha sido motivo para que la CDHDF, entre otros organismos, alerte sobre las condiciones en que se encuentran los presos.
Tres ejemplos de esa saturación los aportó la Secretaría de Seguridad Pública federal en diciembre pasado en su Estrategia Nacional Penitenciaria 2008-2012.
El Reclusorio Sur —mencionó— tiene cupo para 3 mil 536 personas, pero tenía 6 mil 776. Otro más es el Oriente, con 3 mil 500 espacios, pero su población llegó a 11 mil 583.
Y el Norte, con capacidad para 5 mil 631 internos, pero que tenía 11 mil 761 internos.
A merced del “ranchero”
Otra constante es la falta de higiene al servir la comida. Uno de los videos muestra al ranchero —un interno comisionado para llevar la comida a las celdas— cuando reparte los alimentos sin cubrebocas, cofia ni guantes. Con frecuencia, al tomar las raciones con un recipiente de plástico, toca el guisado o la sopa. Con la misma mano con que entrega las tortillas a los presos, también toca trastes, el carrito metálico, los dulces que reparte a granel como postre y los barrotes de las celdas.
La falta de higiene no es la única queja, pues tampoco la cantidad de comida que se distribuye es suficiente, de acuerdo con quejas de familiares de internos y de la CDHDF.
Pero la subsecretaria del Sistema Penitenciario, Celina Oseguera, negó el pasado 20 de mayo que falte comida o que sea de baja calidad. Dijo que se reestructuró el área de producción de alimentos. “Ocurría que el personal encargado —que son de los mismos comisionados de internos— de trasladar de las cocinas a los dormitorios los alimentos, (…) y eran sorprendidos por otros internos. Quitaban alimentos, entonces al llegar al dormitorio llegaban los alimentos disminuidos”.
—¿La calidad es buena?—, se le preguntó.
—La calidad es buena.
—¿Se atrevería a comer la comida que se reparte todos los días ahí?
—Sí, ahí comemos cada que estamos ahí.
El 28 de abril, el gobierno del DF ordenó limitar la visita familiar, de cuatro días a dos, para evitar contagios por influenza. Esa medida provocó que en 19 días se produjeran cinco motines, sobre todo por la falta de comida, pues esos días reciben alimentos, según reportó la CDHDF. Oseguera, sin embargo, sostuvo que “la comida es suficiente y de calidad”, e incluso aseguró que ella misma la come.
Recomendaciones ignoradas
Las videograbaciones muestran a presos comiendo en el suelo, en botes, en los patios sucios o en celdas atestadas. Algunos reos parten una cebolla con una hoja de lata o con una lámina con filo.
En las escenas se observan botes desbordados de basura y montones de desperdicios que rodean a un grupo de internos que bajo el sol comen un picadillo con papas con mal aspecto. Las grabaciones corresponden a los días de la emergencia por la influenza.
Entre 30% y 60% de los más de 40 mil internos en las cárceles no come el rancho, sino los alimentos que les llevan sus familiares.
El Diagnóstico interinstitucional del Sistema Penitenciario, de la CDHDF, indica que es necesario proveer a los internos de los utensilios necesarios para consumir sus alimentos.
“Es importante que la Secretaría de Salud sea la encargada de hacer la supervisión correspondiente en cuanto a la calidad de los insumos, las condiciones de elaboración, el valor nutricional, los aspectos relativos a la distribución y la calidad de los alimentos. Además, que determine la dieta adecuada de los internos”, es otra de las recomendaciones.
Pero ni recomendaciones ni diagnósticos han hecho que las cosas cambien, pues prevalecen la falta de equipo y condiciones de higiene para repartir la comida, y el hacinamiento.
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