México, D.F. / Junio 3.-
La breve visita informal del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, a Dresden el viernes ocurrirá en medio de corrientes políticas encontradas y tendrá como telón de fondo la “Obamanía” en esa ciudad capital del central estado de Sajonia.
Este día en Berlín el portavoz oficial alemán, Ulrich Wilhelm, declaró que el gobierno no considera que la muy breve visita del mandatario sea una afrenta y que la relación entre Obama y Merkel es “buena, es cordial”.
Las declaraciones fueron respuesta a comentarios aparecidos este miércoles en algunos medios periodísticos prominentes del país, en el sentido de que la química entre Obama y Merkel no es la mejor.
A esas opiniones se sumaron políticos del Partido Socialdemócrata y del Partido Liberal, que declararon a medios que la relación entre el presidente estadunidense y la canciller alemana no es tan buena como lo fue con George W. Bush.
El portavoz oficial puso el acento, en cambio, en que esta será la segunda vez en nueve semanas que Obama visita Alemania.
La primera fue después de la Cumbre en Londres del Grupo de los 20, para asistir a la conmemoración del aniversario de la fundación de Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que se llevó a cabo en la ciudad alemana de Baden Baden y en la francesa de Estrasburgo.
Obama arribará a Dresden mañana jueves por la noche y sólo se dedicará a asuntos relacionados con su país. El viernes por la tarde partirá de Dresden al hospital militar estadunidense en Landstuhl y de ahí volará hacia París, donde cumplirá el sábado una visita oficial.
Ulrich Wilhelm indicó que los temas que abordarán Obama y Merkel son Irán y Corea del Norte, como focos de conflicto en el mundo, la situación en Irak, Afganistán y Pakistán, la crisis económica mundial, la relación con Rusia y el nuevo convenio internacional para la protección internacional del clima.
Las relaciones entre Obama y Merkel, no han sido hasta el momento muy afortunadas.
La primera ocasión de contacto ocurrió en julio de 2008, cuando Obama era el candidato presidencial demócrata y decidió viajar a Berlín. Su objetivo era pronunciar un discurso teniendo como telón de fondo la Puerta de Brandenburgo, que es emblemática.
La canciller federal rechazó con frialdad ese propósito y se manifestó extrañada de que el equipo del candidato Obama hubiera tomado decisiones a ese respecto por cuenta propia.
El equipo de Barack Obama tomó entonces la alternativa de que éste pronunciaría su discurso en la Columna de la Victoria, desde la que se ve al término de una recta de varios kilómetros de longitud la Puerta de Brandenburgo.
Aquella presentación de Obama fue un éxito: más de 200 mil alemanes acudieron a ese punto de la ciudad para vitorear al candidato demócrata estadunidense y expresarle sus simpatías.
George W. Bush tenía una mala imagen entre los alemanes por haber desencadenado la guerra en Irak y haber autorizado la instalación de cárceles fuera de toda legalidad, como en Guantánamo o en Abu Grahib, entre otras acciones de ese tenor.
El siguiente desencuentro se produjo cuando el nuevo presidente de Estados Unidos invitó a la canciller federal a Washington para sostener una entrevista en abril. Merkel declinó con el argumento de que el encuentro iba a ser muy breve para un viaje tan largo.
Agregó que además iba a encontrarse con Obama de todas maneras en el marco de la Cumbre del Grupo de los 20, unos días después.
Medios alemanes de prensa, como el semanario periodístico Spiegel, recogió opiniones en los círculos oficiales de Estados Unidos y comentó que a Merkel se la considera “poco abierta” en el gobierno de Obama.
Merkel falló asimismo en reconocer a tiempo la gravedad de la crisis financiera que empezó en Estados Unidos. La calificó de ser un problema de ese país y se negó en un principio a tomar decisiones conjuntas con otros gobiernos respecto a la crisis.
En las semanas posteriores, el gobierno de Merkel tuvo que dar marcha atrás y reconocer la dimensión global de la crisis financiera y económica, así como tomar decisiones conjuntas en el marco del Grupo de los 20.
La visita informal de Obama a la ciudad de Dresden el próximo viernes es una breve escala entre Egipto y Francia. En relación a éste último país accedió a la insistencia del presidente, Nicolás Sarkozy, de prolongar su estadía en París por una noche más.
El programa del presidente de Estados Unidos en Dresden es muy breve y la población de esa ciudad casi no tendrá oportunidad de verlo. El centro de la ciudad estará fuertemente acordonado por la policía.
Pero eso no ha desanimado a la ciudad, en la que este día dominaba un ánimo festivo ante la importante visita.
La alcaldía de Dresden se apresuró desde un principio a poner en Internet una página sobre la visita de Obama y entre otras cosas colocó diseños de banderas estadunidenses para que la gente las fabrique por sí misma. Además hay también leyendas que se pueden fotografiar o grabar en camisetas.
La población ya dio al Taschenbergpalais, el hotel que albergará a Obama en Dresden, el nombre de “La Casa Blanca”. En la ciudad hay una “Welcome-Party” que Obama no verá, debido a la amplia distancia entre el acordonamiento policíaco y la gente.
Eso no será obstáculo para que bailen en las calles porristas como las que animan a los equipos de futbol americano en Estados Unidos, con corridas de terneros, bandas de jazz, carne asada y cerveza.
Las probablemente muy breves apariciones de Obama en público serán transmitidas por enormes pantallas en la vía pública de 40 metros.
Obama visitará en Dresden la Cúpula Verde, un museo con rigurosas medidas de seguridad porque alberga joyas y objetos de alto valor que fueron propiedad de reyes alemanes.
Ahí será donde tenga lugar el encuentro de Barack Obama con Angela Merkel, quien después lo acompañará al ex campo de concentración de Buchenwald, donde probablemene también estará presente Eli Wiesel, cazador de nazis y ex prisionero en ese lugar.
Antes de partir para Francia, Obama acudirá al hospital militar estadunidense en Landstuhl, en el occidente alemán, el más grande de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos en el extranjero y en donde se trata a los soldados heridos en Irak y Afganistán.
Francia resulta en la actualidad más atractiva para Estados Unidos por varios motivos: Sarkozy se esforzó desde un principio por establecer una buena relación con el nuevo presidente estadunidense.
Un francés está al frente del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn.
Esa institución financiera multilateral juega ahora un papel central en la estrategia para apoyar con créditos expeditos a países emergentes y en vías de desarrollo para que puedan confrontar la crisis económica y financiera.
A ello se suma el retorno de Francia a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), en donde ese país ocupa un lugar en el comando central.
Francia tiene una base militar en el Golfo Pérsico, lo que la hace importante en el marco de los conflictos armados en los que está involucrado Estados Unidos en Irak y Pakistán.
En Afganistán, el contingente militar alemán de cuatro mil 100 elementos sólo se encuentra emplazado en el norte del país para llevar a cabo labores de vigilancia. No participan en las batallas que libran estadunidenses y británicos en el peligroso sur afgano y en la frontera con Pakistán.
Este último país se está convirtiendo en un foco de conflicto cada vez más grave. En esos dos países se libra la batalla contra el terrorismo islámico, que es la guerra que Obama ha declarado que quiere ganar.
El gobierno de Merkel hizo saber desde un principio que sus soldados seguirían sin participar en combates y que la ayuda financiera adicional que podría otorgar para esos conflictos era limitada.
La declaración del gobierno alemán respecto a Pakistán fue que “junto con nuestros socios seguiremos apoyando los esfuerzos para la estabilidad y la prosperidad en Pakistán”. Una vaga formulación diplomática que no compromete.
En cuanto al cierre de la prisión ilegal de Guantánamo, el ministro alemán del Interior, Wolfgang Schäuble, miembro del partido del que Angela Merkel es presidenta (CDU, Unión Demócrata Cristiana), declaró que el país europeo no aceptará presos de ese penal.
De acuerdo con las informaciones procedentes de círculos políticos de Estados Unidos, lo que Washington quiere de Alemania es que reciba a presos que pertenecen a la etnia de musulmanes chinos de los Uigures, quienes no están calificados como terroristas.
En Alemania hay una comunidad de 500 uigures, que estaría dispuesta a recibir a esos presos de Guantánamo, pero hasta el momento la canciller alemana no se ha pronunciado al respecto.
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