“Empecé por curiosidad, luego me gustó pero mi mamá se dio cuenta cuando le robé dinero para comprar mi dosis y la de mis amigos, bueno los que yo creía que eran mis amigos”.
Francisco tiene 16 años y desde hace seis meses acude a terapia para tratar su adicción a la marihuana y la cocaína. Más allá de su dependencia a estas sustancias “la carga es moral”, dice, mientras juguetea con las agujetas de su tenis.
“Mi papá se fue al gabacho cuando yo estaba más morro y ni conoció a mi carnalito, desde entonces tengo que ayudarle a la jefa y le fallé”, la razón: “es que estaba con unos cuates, traíamos un toque encima, había que pagar la renta y se nos hizo fácil quitarle la lana a un señor”.
La consecuencia fue su detención y el pago de una fianza por lo que piensa en que “por mi chistecito nos salió más caro el caldo que las albóndigas”.
De acuerdo con Luis Solís, director de Tratamiento de los Centros de Integración Juvenil (CIJ), los daños que causan el consumo de drogas van desde la dependencia física y sicológica hasta sociales como la delincuencia.
Explicó que a pesar de que no existen características que determinen que una persona se convertirá en adicto a alguna sustancia, a través de estudios se identificaron factores de riesgo.
Entre ellos está la falsa creencia de que las drogas no hacen daño, la presión de los amigos, la ansiedad o la suposición de que son medios para olvidar.
“La sociedad está molesta por lo que pasa alrededor y el termómetro son los jóvenes; ellos son los indicadores de que algo anda mal” señaló Luis Solís por ello es necesario “reforzar la prevención y los factores de protectores”.
Para ello es necesario elevar la comunicación familiar, “los padres deben estar enterados de los proyectos de vida de sus hijos, quienes son sus amigos, qué lugares frecuentan”.
Además, según el titular de tratamiento de los CIJ, dentro de los medios para inhibir el consumo de drogas son: los ritos familiares como salir los domingos, ver una película juntos, hacer la tarea, “realizar actividades comunes, con ello, está demostrado que el riesgo de convertirse en usuario de sustancias disminuye y en las zonas urbanas se ha perdido”.
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