Disculpas

El domingo el presidente Enrique Peña Nieto pidió disculpas, no sé para qué si fue exonerado, de cara a la Nación ofreciendo por enésima vez un combate a la corrupción hasta hoy infecundo y mañoso.

“Los peldaños inferiores” no le dejan progresar, pues están coludidos y temen que la lumbre les alcance como seguramente será.

Lo mismo hizo el secretario de Hacienda “el delfín”, no sé para qué, a quien le llueven batacazos no sólo por sus compras millonarias, sino por indigno, petulante e inepto. Ha arrastrado a la nación a un obscuro y profundo túnel tal vez sin salida vea usted al peso.

Como el anterior, muchos secretarios de Estado, son portadores de una cauda de mediocridad desmedida, los hay buenos pero muy escasos, los acompañan también gobernadores, alcaldes, diputados y senadores indignos del puesto que ostentan.

Reconocer errores es sano y habla al menos de un buen propósito, lo importante del caso es que al atacar al presidente con razón o sin ella, sólo se consigue desprestigiarlo y a la presencia de México en el mundo.

Los proyectos tan señalados se han detenido, aunque la Nación requiere que estos se realicen que verdaderamente muevan a México para obtener dinerito y comer.

Me atrevo a decir que muchos de los ataques contra Peña Nieto, algunos de ellos son pagados por aquellos a quienes les pisaron los callos de sus fechorías económicas y salieron dolidos. Por ello la opinión se tornó en una ficticia verdad deteniendo el crecimiento mexicano, lastimando a la ciudadanía, a los que menos tienen y al paso del tiempo, a ellos mismos quienes en su perversidad malsana, hasta con la esposa del presidente se metieron.

¡Son unos verdaderos cerdos!

Nunca es tarde señor presidente, pero como usted mismo señala, la corrupción debe atacarse sin medida contra quienes roban a la nación y al pueblo que paga sus impuestos.

Espero que quienes han hecho mal uso de los recursos nacionales, sean como usted lo dice juzgados y sentenciados y sobre todo: que no se escapen como aquel que les platique.

Por ello ¡bienvenida su disculpa!