México ha crecido con una cultura de opción negativa, para todo nos quejamos y en general no hacemos nada; le pedimos al gobierno que se responsabilice de todo, pero no votamos o no pagamos impuestos; exigimos que se cumpla la ley, pero nosotros mismos no la cumplimos y nuestra primera opción siempre es culpar a alguien ajeno. Parte del problema radica también en que cuando nos piden propuestas nadie las tiene, nadie las hace, todos huyen… pero la queja y el no permanente, siguen presentes.
Efectivamente, todos estamos hartos de los partidos y de los políticos, pero estoy convencido de que se puede lograr más con propuestas positivas, que realmente comprometan a los políticos a hacer cosas en beneficio del país y a asumir con entereza y responsabilidad sus obligaciones públicas, que mediante estar promoviendo la queja fácil del “estamos hartos”.
Por este motivo, celebro mucho que se hagan propuestas positivas, que sí van ayudar a México a avanzar en sus procesos democráticos. Hace algunos días, Alejandro Martí presentó el Pacto Nacional Ciudadano. México necesita ese tipo de liderazgos sociales y propuestas sólidas que traten de lograr cambios con ideas positivas. No podemos seguir queriendo construir el país solamente diciendo “no”, hay que decir “sí”, votar por cosas positivas y cuidar y exigir a los políticos que las cumplan.
El Pacto Nacional Ciudadano “Mi voto por tu compromiso” consiste en que los ciudadanos otorguen su voto sólo a aquellos candidatos realmente comprometidos a velar por la seguridad de los que van a ser gobernados o de aquellos a quienes van a representar en el Poder Legislativo.
Lo interesante de la propuesta es que, además, plantea una serie de iniciativas que darán el urgente paso de México hacia un mejor futuro democrático, eliminando a diputados y senadores plurinominales, bajando la inseguridad y posibilitando el plebiscito, el referéndum y la iniciativa popular, así como la reelección consecutiva de senadores, presidentes municipales y delegados. De esta manera, considero que se puede construir una mejor democracia.
Para mala fortuna de los mexicanos, el COFIPE convirtió en un circo mediático esta elección, en donde las ideas y la estrategia perdieron ante la síntesis fácil y la “creatividad” que saturaron a la radio y la televisión (y algunos otros medios) de spots llenos con frases simples, tontas y hasta ofensivas. Si se revisan las campañas y las propuestas de los partidos y candidatos, se extraen solamente dos cosas: uno, el país no sirve porque no lo gobierno yo; y, la segunda, anuncian un México que está de barata, México es gratis y a nadie le importa el cómo se van a lograr las propuestas, ni siquiera si son viables, lo que habla en esencia o de su desconocimiento de los problemas reales del país o de que sólo hicieron campaña por hacerla.
Resumo algunas de esas propuestas y frases de los spots, como muestra de esta verborrea a la que hemos sido expuestos: que el gobierno pague todo; que la seguridad se arregle en dos segundos; vota por mi grupo de expertos; salvemos a México; todo el poder al pueblo; precios justos; que bajen los estacionamientos; inglés y computadoras; que las medicinas las pague el gobierno; etc., etc. Es realmente patético y dramático, pero la que se me hace una de las más grave de todas: seguridad o renuncio, no sé si es burla o estupidez, ya que a un puesto de elección popular no se puede renunciar, y por otro lado, si eso es lo más que puede ofrecer, pues simple y sencillamente que no participe en la contienda. Esos son nuestros políticos y nuestros partidos. Estar expuesto a la batería de 4 o 6 anuncios juntos de diferentes partidos con todas estas dizque propuestas que hoy se ven en los medios, ha sido todo un reto para los ciudadanos, y los políticos no se dieron cuenta que ellos solos contribuyeron al hartazgo de la población.
Aquel candidato que tenga una visión, ganas de verdadero servicio público, que sea honesto y con intenciones claras de buscar el bienestar común, podrá firmar sus compromisos ante los ojos de la fe pública y por voluntad propia quedar ante el verdadero escrutinio de los ciudadanos, para obtener su aprobación o enfrentar su fracaso. Eso es un principio de honestidad y el querer dar la cara a los votantes.
Los ciudadanos también debemos comprometernos a estar pendientes de sus acciones si es que ganan la elección y revisar periódicamente su desempeño y cumplimiento, para exigir y vigilar el camino de la democracia, que es de todos, no solamente de los políticos.
Ahora que los políticos ya se dieron cuenta de las fallas garrafales del COFIPE, y que inician las pláticas con especialistas para revisar la próxima legislación, yo vuelvo a poner en la mesa de discusión dos propuestas a considerar. Primero: reducir los tiempos de campaña, para bajar el costo de la elección y obligar a que el trabajo sea en el campo; y la segunda: que se implemente la firma de un código de conducta durante las campañas políticas, para que los partidos y candidatos sean los que, por principio, se comprometan a mantener las campañas en estándares claros de competencia política. Como consecuencia, se libera la presión de querer limitar la libertad de expresión.
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