Washintogn, EU. / Junio 29.-
Cuando el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, aseguró que encontraba serias dificultades para “guardar silencio” por los arrestos, las golpizas y el intento de contener las protestas en Teherán contra la polémica reelección del presidente Mahmud Ahmadineyad, desde las oficinas del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en Jerusalén, sus colaboradores no dudaron en recordar la advertencia que su jefe ya había deslizado a Obama poco antes de su primer encuentro en la Casa Blanca: “O EU pone un alto a Irán, o lo hará Israel”.
Desde el estallido de la crisis en Irán, la impaciencia de Israel ha ganado terreno entre algunos miembros del Congreso de EU, que esgrimen el argumento de que con el “régimen mesiánico de Teherán” va a ser muy difícil emprender el diálogo anunciado por el presidente Obama.
Entre estas voces destaca la del senador independiente Joseph Lieberman, un destacado aliado del poderoso lobby judío, quien ha reclamado a Obama por no mostrarse lo suficientemente firme a la hora de respaldar a los miles de manifestantes que han cuestionado los resultados de las elecciones Irán.
“¿Si nosotros no permanecemos al lado del pueblo iraní en su defensa de los derechos fundamentales para expresarse y manifestarse libre y pacíficamente, no estamos renunciando a nuestros propios principios democráticos como estadounidenses?”, se preguntó Lieberman, incomodando al círculo más inmediato de Obama en la Casa Blanca.
A pesar de que el presidente ha condenado sin paliativos la ola de represalias que han marcado la reelección de Ahmadineyad, no parece que Israel y sus aliados en EU vayan a desaprovechar la oportunidad de recortar los espacios de negociación que Obama necesita desesperadamente para negociar frente a un país tan impredecible como Irán, o frente al siempre oportunista gobierno de Bibi Netanyahu, que no parece dispuesto a conceder mayor terreno frente a las exigencias de EU para poner fin a la construcción de nuevos asentamientos en los territorios ocupados o conceder carta de naturaleza a un Estado palestino que cuente con una soberanía territorial y unas fuerzas armadas.
Hasta el pasado 4 de junio, cuando Obama lanzó su mensaje de paz hacia el mundo musulmán en El Cairo, los planes de un acercamiento con Irán parecían ir por buen camino.
Replantear la estrategia
Pero las protestas iraníes —que han dejado al descubierto el descontento con un régimen que concentra demasiado poder en ayatola Ali Khamenei, en Ahmadineyad y en el Consejo de Guardianes—, le han obligado a replantear una estrategia que deberá sortear las presiones de Israel por un ataque unilateral, pero también la impaciencia que comienza a cundir en el seno del Congreso estadounidense contra toda posibilidad de entablar un diálogo directo con Teherán.
“El presidente tendrá que respirar hondo y no perder los nervios con Irán”, dijo el analista en asuntos de Medio Oriente Ahmed Rashid, al manifestar que, del temple y moderación de Obama “dependerá el futuro de su política exterior en esa parte del mundo”.
“Es decir, de ello dependerá el acercamiento al mundo musulmán en general, la iniciativa de paz entre israelíes y palestinos, la retirada de los soldados estadounidenses de Irak y la eliminación de la amenaza que los talibán representan para Afganistán y Paquistán”, aseguró Rashid, al insistir en la necesidad de seguir apostando por el diálogo y la negociación con Irán a través del denominado Grupo 5+1, conformado por EU, Rusia, China, Francia, Alemania y el Reino Unido.
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