México, D.F. / Julio 5.-
La película “Noticias de un secuestro”, basada en la novela de Gabriel García Márquez, ya se encuentra en proceso y está a cargo de una mujer: Tita Lombardo.
Ella, desde su reciente cargo como directora de Argos Cine, alista el rodaje en México, Bogotá y Medellín y que requeriría 80 personajes.
“Todavía no hay ningún actor firmado, todo son rumores”, dice dejando de lado un anuncio publicado en mayo pasado, acerca de que Salma Hayek sería la protagonista.
“Al proyecto le estamos dando su tiempo. Son tres países ahorita los que están (México, España y Argentina), esperando uno más. Todo eso requiere tiempo, pero lo que sí es que queremos comenzarla a fines de año”, agrega.
Lombardo es una de las productoras más reconocidas en el cine mexicano. Comenzó en 1983 al lado de Arturo Ripstein y desde entonces ha estado en filmes como “Asesino en serio”, “Amores perros”, “Desiertos mares”, “Babel”, “Profundo carmesí” y “Rudo y cursi”.
Nacida en el Distrito Federal, estudió tres semestres de filosofía en la UNAM. Fue entonces que quien era su novio, luego esposo y padre de su hijo, la invitó a participar en televisión. Iniciaban los 80. Ahí conoció a Ripstein, quien dirigía un programa para Canal 13.
Se decía entonces que Ripstein era un ogro, duro, sumamente disciplinado y enojón. “La verdad es que iba con mucho miedo, estaba aterrada, me habían dicho que comía gente, pero nunca pasó nada. Me dijo que yo parecía más gente de cine que de televisión y que cuando hubiera algo me llamaría. A los tres meses me llamó y desde entonces estoy en cine y paralelamente en publicidad”, señala.
A Tita le tocó entrar en un momento en el que las mujeres tenían poca presencia en el cine. Eran vistas únicamente como maquillistas o peinadoras. No en puestos de liderazgo como el que llegaba a tener en el departamento de producción.
Pero aguantó. ¿El secreto? Ni ella lo sabe del todo. “A lo mejor tiene que ver con el carácter. Yo ponía cara de asustada y bueno, sí me daba miedo el estar con esas personalidades, en la producción, pidiendo permiso. Creo que ponía tanta cara de miedo que hasta ternura les daba. Jorge Stahl (La viuda negra), el fotógrafo que me decía: mejor vámonos y regresamos mañana. Este equipo que me trajiste hoy es malo. Pero siempre me lo decía con mucho cariño”.
Por 25 años Tita ha luchado. Cada película tiene complicaciones. Hasta la más sencilla. “Rudo y cursi”, de Carlos Cuarón, fue complicada. Prefirieron ocupar el Estadio de La Bombonera, en Toluca, que el Azul u otro en el DF y eso ocasionó el traslado de todo el equipo. “Luego me preguntan que dónde se gasta el dinero de una película, pues luego están en cosas que no se ven jamás”, asegura.
Es una de las pocas mexicanas que llegan a trabajar con millones de pesos. Lo malo es que ningún peso es suyo, todo es para la película.
Tita se rodea de auditores para controlar el dinero. Ella se convierte en una mediadora entre todos los departamentos para darles lo justo. Cada uno quiere lucir lo mejor posible y piden muchas cosas. Es cuando tiene que decidir si se puede o no.
“Por ejemplo, en vestuario hay que ver que así la historia pase en 50 días, no son necesarios 50 cambios de ropa, porque en la vida real nadie los tiene. Es una película, no un desfile de modas”, indica.
Pero fue Alejandro González Iñarritu, a quien conoció en el mundo de la publicidad, el que le daría mayores dolores de cabeza en “Amores perros”.
Sólo para hallar el lugar idóneo para el choque crucial en la historia, negoció con los políticos.
“El delegado nos preguntaba, con justa razón, que por qué no nos íbamos al Eje de Camarones y El Negro (González Iñarritu) decía que no se podía, porque el Edificio Basurto, donde vivía el personaje de Goya Toledo era muy conocido y que si sólo iba por una botellita (en la historia), no tenía que hacer nada en Camarones. Tenía razón. El delegado no quería problemas con los vecinos, pero al final se puso bello y nos dio permiso”.
Tita es continuamente llamada maestra por productoras de elite, como Mónica Lozano (Arráncame la vida y Un día maravilloso).
Casi siempre, dice, sufre en cierto sentido las filmaciones. Como cuando no hay presupuesto: “Cada que acepto un guión me caso. Me pongo feliz y al ver que las cosas a veces no salen, me pregunto por qué no me acuerdo de esos momentos que ya pasé en otras películas. Creo que es como una amnesia. Mi mamá decía que si alguien se acordara de los dolores del parto, no volvería a tener un hijo”.
Discussion about this post