En medio de la oscuridad surge un aullido de terror. Cada noche, los pobladores de Ciénega, un pueblecillo apartado y perdido en la sierra, viven una auténtica pesadilla.
Tras la puesta de sol, todas las familias se refugian en su casa ante la amenaza del mal.
Una manada de ‘licántropos’ ha sembrado el terror en un afán de venganza contra los hermanos Harcker (única familia inmune, en el mundo, al contagio de los hombres-lobo).
Tras varias generaciones de combate, las criaturas malévolas se han multiplicado y casi logran extinguir a sus enemigos.
En un intento desesperado de sobrevivencia, César, uno de los gemelos Harcker, se entrevista con “el único hombre en el mundo que puede ayudarnos’:
-De acuerdo con la leyenda, sólo un ‘símbolo de plata’ es capaz de acabar con ésta maldición… Por favor, Santo, ¡ayúdenos!
El luchador profesional, que ya ha mostrado su capacidad en otras ocasiones para derrotar el mal, va a Ciénega.
Su incógnita produce cierta incertidumbre entre los lugareños, pero él los tranquiliza:
-No se asusten, mi máscara está al servicio de la Justicia.
Tras librar una dura batalla con todas las desventajas de su condición humana, logra frenar a los ‘esbirros del diablo’ y recuperar la paz de los aldeanos. FIN
Treinta y seis años después de este episodio fílmico, y frente a frente con los retos y las maldiciones de hoy, el heredero de aquél ‘símbolo de plata’ reflexiona:
“Lo que más me gustaría es que mi máscara tuviera un ‘don’ especial para acabar con uno de los más grandes males de este tiempo: la pobreza”.
Es el Hijo del Santo.
Decepcionado de los partidos políticos, asegura que la mayor parte de ellos le han fallado a la gente y se lamenta por los niveles de inseguridad que hemos alcanzado en todo México.
“A veces quisiera irme del país para proteger a mi familia”, dice.
Cuestiona la lentitud con que avanzamos en materia democrática y la falta de acuerdos políticos:
“La ambición por el poder ha convertido el escenario político en una arena de lucha libre”.
A pesar de ello, confía en la política del presidente Felipe Calderón para atacar la delincuencia:
“El presidente se ha fajado los pantalones… pero esa lucha será a tres caídas porque, lamentablemente, los rudos ya han ganado, por lo menos, una; confío en que la tercera sea de nosotros”.
En esta conversación, el Hijo del Santo hace énfasis en la urgencia de retomar el camino de la honestidad y respeto hacia los demás.
Y lanza una advertencia a los servidores públicos:
“Es prioritario renovar la cultura de la transparencia y la rendición de cuentas; el pueblo merece explicaciones sobre el trabajo de los servidores públicos porque el pueblo los eligió”, dijo.
En ésta esquina pues… el Hijo del Santo
‘La Educación reclama toda nuestra atención’
—La máscara… ¿es más que una incógnita?
—La máscara de El Santo es un símbolo cien por ciento mexicano; es un emblema de la lucha libre, en general, pero especialmente de los mexicanos porque El Santo se ha convertido en nuestro gran ‘súper-héroe’.
Sobre todo porque es un héroe de carne y hueso.
—Para mucha gente ésta máscara tiene otras implicaciones; pareciera algo más que un personaje arriba de un ring ¿no cree usted?
—Por supuesto; ésta máscara es un símbolo de justicia, es un símbolo de honestidad y de respeto.
El Santo logró que su personaje mantuviera una imagen totalmente limpia y lo más importante es que logró que el público percibiera en su máscara esos valores.
—¿Cuál es su percepción sobre la educación de ésta nueva época?
—Aunque la estructura académica se ha desarrollado notablemente, es importante que los padres nos involucremos para mantenerlos en el marco de los valores familiares.
En esta época nuestros hijos son muy vulnerables. Tenemos un fuerte problema de drogas y delincuencia y esas son tareas que tienen delante tanto los profesores como los padres de familia.
—¿Están dadas las condiciones para mejorar?
—Creo que sí porque la comunicación entre padres e hijos también se ha abierto.
Aunque nadie nos enseña como ser buenos padres, los nuevos tiempos nos han dado las herramientas necesarias para inculcar en nuestros hijos una buena formación.
—Se han derribado varios tabúes…
—Así es; ahora ya podemos hablar libremente con nuestros hijos de temas difíciles como el sexo, el SIDA, las drogas… Son temas que con un alto grado de responsabilidad debe llevarse a las aulas.
Si aprovechamos las oportunidades que nos dan los nuevos tiempos podremos evolucionar considerablemente en materia de educación.
—¿Cree que tenemos alguna asignatura pendiente?
—Me parece que la Secretaría de Educación Pública debe involucrar más programas relacionados con el Medio Ambiente.
En verdad que hay datos muy alarmantes; a veces los escuchamos a través de la radio, la televisión o los diarios pero no les damos la importancia debida.
—¿Y, en materia de deporte…?
—Eso es una pena. Lamentablemente la materia de educación física, y esto lo digo con mucho respeto, es una ‘pachanga’… los alumnos se la pasan de fiesta.
Sinceramente no veo que nuestros niños adopten una disciplina sana.
‘La pobreza es el ‘mal’ de este tiempo’
—¿Cuál es su percepción de la pobreza en México?
—Ese es una de los escenarios más lamentables en el país. Es, al mismo tiempo tema pendiente en la agenda nacional.
—¿Es viable revertirla?
—Este es un asunto de voluntad; creo que si cada instancia de gobierno se lo propone podríamos dar pasos importantes para revertirla y evitarla.
Yo pienso que hay muchas maneras de hacerlo, pero a veces creo que no existe voluntad.
—¿Vamos bien en la construcción de la democracia?
—Sí, pero no es suficiente la labor. Aparentemente buscamos una democracia digna pero carecemos de un valor indispensable: el respeto.
—¿Por qué nos cuesta tanto trabajo respetar a los demás en éste país?
—Porque lamentablemente nos gana la ambición y el poder; son dos de los grandes males que nos aquejan en la sociedad mexicana.
—¿Cómo visualiza a los partidos políticos mexicanos?
—A buena parte de ellos les falta seriedad y muchos de ellos nos han decepcionado.
—Para usted, ¿los hombres están por encima de los partidos?
—Hoy en día sí. Yo, en lo personal, creo más en los hombres que en los partidos.
—¿Cómo evalúa la ‘rendición de cuentas’ de los servidores públicos?
—Tenemos qué avanzar en algo tan fundamental. El pueblo tiene derecho a exigir claridad en las cuentas… y en las acciones. Ellos llegaron ahí gracias a la gente. Creo que estamos rezagados en la dultura de la transparencia.
—¿Por qué -cree usted- en éste país es tan complicado llegar a acuerdos políticos?
—Es la lucha por el poder lo que convierte al medio político en una arena.
El poder atrapa a los seres humanos y los envenena.
Esa constante disputa por los ‘cotos de poder’ es lo que cancela la comunicación entre los políticos, sobre todo cuando pertenecen a ideologías o partidos distintos.
—¿Se olvidan del país?
—Se olvidan de todo y lo único que les preocupa es su propio interés, o el de sus amigos.
Se esmeran más por los proyectos personales que por los de la ciudadanía.
—¿Qué viene a su mente cuando lee los diarios?
—Me preocupo cuando leo cómo abunda la información de seguridad pública y, la verdad, lo primero que viene a mi mente es…¡irme de éste país!
Me preocupa mi familia, el País vive momentos muy difíciles.
—¿Qué le inspira más temor: la inseguridad ó la incapacidad?
—Yo creo que la incapacidad… porque si hubiera capacidad tendríamos seguridad.
—En el marco violento que se ha desatado en México, ¿qué tan importante es la familia?
—Diría que es lo más importante. Es la base de la felicidad auténtica para todos, al menos así debería de ser.
En mi opinión, si no tenemos una familia no tiene sentido luchar en esta vida.
—En el cine, el ícono de plata que representaba El Santo tenía la capacidad de derrotar el mal é incluso a seres maléficos como ‘licántropos’, vampiros, brujas, momias y ‘zoombies’; si, hoy, la vida le diera una virtud a su máscara de plata ¿qué ‘don’ le gustaría poseer para contribuir con su país?
—Me encantaría tener la capacidad para eliminar -de manera definitiva- la pobreza.
Es un tema que verdaderamente me preocupa; no importa que hubiera ricos, pero me gustaría que no hubiera pobres.
—¿Confía en la Justicia?
—Hemos perdido credibilidad, lamentablemente y las instituciones tienen el reto de recuperar esa credibilidad.
—¿Es posible?
—Sí, aunque no es fácil. Creo que se puede lograr.
—¿Confía en el presidente Calderón?—
Sí; yo no soy un hombre de partidos… más bien creo en los hombres pero yo no tengo colores ni siglas.
Creo en el presidente porque se está ‘fajando los pantalones’.
En Reynosa, Tijuana y otras ciudades vemos duros enfrentamientos porque el problema es muy grave.
‘Vamos por la tercera caída’
—¿Es viable transformar este país?
—Claro, porque México es un gran país. Tenemos todo, cultura, historia, naturaleza. Somos gente de raíces
Pero hay un asunto; no podemos cambiar a los demás si no cambiamos nosotros en lo individual. Hay que empezar por la casa; hay que tratar de ser más honestos, más respetuosos con las leyes.
Creo que México vale la pena.
—En este país ¿son más rudos o los técnicos?
—Los rudos.
—¿Esta lucha -por el México que todos queremos- será a dos ó a tres caídas?
—Tiene que ser a tres caídas porque, lamentablemente, los rudos ya han ganado por lo menos una… Espero que los técnicos ganemos una más… la última.
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