Zamora, Mich.-
El cuarto-oficina-vivienda de Rosa Verduzco Verduzco está situado justo al pie de la escalera del segundo patio del albergue, entre el área de mujeres y hombres, frente a la cancha y los baños. De frente se observa el cuarto de castigo, el cual era conocido como “El Pinocho”.
Desde ahí podía oírse y verse con claridad cada uno de los ruidos que se producían en el mundo sórdido que era integrado por más de 600 almas.
En un cuarto de siete por cinco metros, “Mamá Rosa” guardó por años los documentos de cada uno de los niños que llegaban a este lugar, en medio de medicinas, rosarios, recetas, bolsas de plástico, cordeles, figuras de resina.
Hay versiones que aseguran que ahí comía, dormía, soñaba. Miles de papeles, actas de nacimiento, fotografías, recuerdos de cada una de las 7 mil personas que han pasado por su casa las guardó y almacenó con candados en viejos estantes de madera.
Sobre la pared verde pistache cuelga ahora un par de imágenes de la Sagrada Familia y una cruz de madera.
Un foco amarillo, desnudo y con una capa gruesa de grasa y moscas cuelga del techo.
En el piso, ahora copado de cajas y papeles, una fotografía en blanco y negro muestra a una “Mamá Rosa” con su característica falda de cuadros, despatarrada en el piso rodeada de dos jóvenes. Sonriente y joven.
Hay un revoltijo de fotografías infantiles, recetas médicas, fotografías en negativos, copias de actas de nacimiento, que ahora son expulgadas por elementos de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO) para tratar de identificar la historia de cientos de personas.
El cuarto de Rosa Verduzco, a diferencia del resto del edificio y los patios que olían a mezcla de excremento, comida podrida y orines, huele a medicina.
Hay mucha medicina en su cuarto. Estantes y estantes de frascos blancos de plástico con antibióticos, jarabes, pastillas y pomadas caducadas hace más de 20 años, pero almacenadas.
Rosa Verduzco Verduzco sufrió un infarto al miocardio en 1999 y sus hijos dicen que se recuperó poco a poco durmiendo en este espacio de donde no salió en días.
Sin embargo, hay versiones que afirman que “Mamá Rosa” no vivía en el albergue, sino que por las tardes salía por una puerta trasera que comunica a la calle posterior, donde aseguran que tiene varias casas de su propiedad.
Mucha documentación, refiere un oficial de la Procuraduría General de la República (PGR), era destruida por los empleados de Rosa Verduzco, para que las personas o sus familiares no recuperaran jamás su identidad.
Los internos temían escaparse sin papeles, sin credencial de elector o actas de nacimiento y muchos desconocían en ese momento que podían solicitar copias de su documentación.
Los padres de familia que llevaban a sus hijos a este lugar entregaban los documentos en original, siempre confiando en que serían devueltos.
Este martes, a sólo unas horas de cerrar la puerta del albergue, los pocos habitantes que quedan disfrutaron de palomitas y una función de un circo ambulante.
Todo luce más despejado, pero el personal del DIF y la PGR reportó que hay inquietud entre la gente, porque ven como poco a poco se van sus “familiares”.
Los sicólogos trabajan con los adolescentes y comentaron que un niño de 10 años trató de quitarse la vida saltando de un segundo piso, a una distancia de 20 metros. Nadie quiere dejar a nadie y les invade el desconcierto.
El circo Onix que ofreció una función de payasos, música y malabarismo, no cobró.
“Tratamos de que los chicos tengan otros modelos a seguir. Tratamos de decirles que uno puede ser lo que quiera en la vida”, dice al final Gisby, el joven cantante disfrazado de payaso que canta con voz privilegiada.
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