Reynosa, Tam.-
Con 10 años de edad, Carlos Isaac González Rivera preserva la ilusión de que llegue Santa Claus a su hogar, aunque le preocupa que su familia aún no coloca el pino de Navidad ni cuentan con chimenea para que ingrese Papá Noel.
Carlitos, como lo llaman sus amigos y familiares, asegura que él ya sabe lo que quiere y desea que el hombre de la barba blanca le traiga este año: su sueño es una Tablet.
Refiere que él, al igual que sus tres hermanos menores, ya están listos para que llegue no sólo la noche del 24 de diciembre sino la mañana del siguiente día, para poder ver si ahora sí el señor del traje rojo y botas de charol llega a su casa.
Asimismo, aseguró que la falta de pavimento y de nomenclatura han hecho que no llegue en otros años.
El menor, quien cursa el cuarto año de primaria, dijo que su mayor anhelo es tener una Tablet porque ahí podrá jugar y hacer algunas investigaciones que le encarga su maestra.
Esperanza Rivera Martínez, madre del menor, comentó a Notimex que debido a carencias económicas y falta de oportunidades laborales no cuentan con los recursos para cumplir los deseos de sus hijos, así como tampoco incluirles cenas distintas todos los días, y sólo prepara taquitos de frijoles y sopa aguada.
Explicó que su esposo es albañil, pero que el trabajo no siempre es constante y es en esos momentos cuando la situación económica se vuelve difícil, “los niños piden de comer y hay que enviarlos a la escuela con o sin dinero”.
Originarios del estado de San Luis Potosí, comentó que llegaron hace nueve años a esta ciudad en busca de una mejor calidad de vida, de oportunidades laborales que les permitan cubrir sus necesidades básicas.
La señora Esperanza dijo que aunque carecen de recursos económicos, se reúnen cada 24 de diciembre en su hogar, les cuenta a sus hijos sobre el significado de la Navidad y como ella sabe que no habrá regalos les explica que Santa Claus no llega porque viven en una colonia lejana.
También les argumenta que en esa zona no hay pavimento, ni tienen número en el exterior, por lo que el tan esperado personaje de esta temporada se pierde o no alcanza a llegar antes del amanecer.
“Cada año les digo lo mismo, lo malo es que ya están creciendo y se me agotan los recursos, pero aún y sin juguetes somos felices pues lo importante es que los niños van a la escuela y ahí les hacen algunos festejos”, anotó.
Una historia similar se escribe con José Isaac Viera Adame, de 10 años de edad, quien presenta desde hace tres años una distrofia muscular que le impide caminar.
Desde los 7 años, José utiliza una silla de ruedas para trasladarse a su escuela, la primaria “Antonino Rodríguez Cruz”, en donde cursa el quinto año de primaria.
A pesar de que José no puede caminar, no pierde el entusiasmo por las fechas decembrinas pues afirmó que disfruta de ir a cenar cada Navidad a casa de su abuelita, quien se encarga de preparar tamales en hoja de maíz y frijoles refritos.
También rememoró que sus hermanas mayores de 17 y 14 años de edad lo ayudan a pegarle a la piñata que entre varios vecinos compran y comparten.
José Isaac expresó que le gustaría que Santa Claus le deje como regalo de Navidad una mini Laptop, pues además de jugar le gustaría escuchar música de su artista preferido, Prínce Royce.
El menor de edad, quien no tiene fuerza en las rodillas, se definió como un niño feliz e inteligente, aunque reconoció que prefiere la materia de ciencias y no matemáticas, no pierde la esperanza de que Santa Claus llegue a su hogar y le cumpla su deseo.
Un caso similar es el de la joven María Guadalupe Garrido Barrera, quien hace un año fue diagnosticada con cáncer cuando apenas tenía 17 años.
Lupita, como la llaman sus familiares y amigos, ya es mayor de edad y sólo concluyó la educación secundaria pues la falta de recursos económicos y ahora su enfermedad no le permitieron continuar sus estudios.
Recordó que el 17 de noviembre del año pasado los médicos le diagnosticaron el cáncer, enfermedad por la que hace unos meses le amputaron una pierna y le ha dejado varias secuelas.
A Lupita, al igual que a sus hermanas menores de 15 y 16 años, les gusta disfrutar de estar en familia durante la Navidad, ya que aprovechan para jugar, cantar, contar adivinanzas y en ocasiones hasta pelear.
Dio a conocer que el presupuesto familiar les alcanza para cenar tamales, aunque en algunas ocasiones llegan a comer mole con pollo y arroz amarillo.
La joven, quien añora ir al cine a ver esas películas románticas en donde se imagina que es ella la protagonista, exhortó a las familias a estar unidas durante los festejos navideños, hacer a un lado las conductas negativas y vivir con fe y esperanza cada momento de la vida.
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