Washington, E.U.-
El debate sobre la tenencia legal de armas de fuego se insertó con fuerza en la campaña por las candidaturas presidenciales de los partidos Demócrata y Republicano tras el accionar del presidente estadunidense Barack Obama en este frente.
Se anticipa que el mandatario retomará el tema en su informe sobre el estado de la nación esta martes, continuando la búsqueda de apoyo popular para las medidas ejecutivas que anunció la semana pasada para reducir la violencia armada.
El pasado jueves en el vecino estado de Virginia, Obama defendió las medidas y desestimó de manera categórica cualquier noción de que el objetivo final sea quitarle a la gente sus armas, como claman sus opositores.
“La conversación tiene que descansar en hechos y la verdad y sobre lo que estamos proponiendo, no sobre una ficción imaginaria de que Obama está tratando de quitarte tus armas”, dijo al ser cuestionado sobre su disposición para reunirse a discutir el tema con la Asociación Nacional del Rifle (NRA).
La agrupación, que declinó participar en el evento en la Universidad George Mason, se opone a la mayoría de las medidas de control propuestas por Obama y otros presidentes, y las ha descarrilado en el Congreso, donde cuenta con gran influencia entre legisladores de ambos partidos.
Cada año mueren 30 mil estadunidenses a causa de armas de fuego, de acuerdo con cifras oficiales, muchos de ellos en tiroteos en masa, algo que parece estar dejando de ser un hecho aislado.
Bajo las nuevas medidas todas aquellas personas que vendan armas de fuego deberán obtener una licencia primero, con lo cual el gobierno busca regular las ventas en las llamadas ferias de armas, donde los controles en ocasiones son laxos.
De igual manera, estos comerciantes deberán verificar los antecedentes penales de quienes buscan adquirir armas de fuego, ya que se estima que uno de cada 30 potenciales compradores ha cometido algún tipo de crimen.
El mandatario anunció también la contratación de 200 agentes adicionales para la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF), a fin de fortalecer el cumplimiento de la ley, para lo cual el Congreso deberá aprobar fondos sobre los que no existe certeza que serán aprobados.
El líder de la Cámara de Representantes, el republicano Paul Ryan, calificó la medida como una distracción política al insistir que lo que se requiere es que el gobierno haga valer las leyes actuales, aunque no abordó el tema de fondos para contratar más personal.
Las medidas resonaron también en la campaña por las candidaturas presidenciales, aunque con mayor estridencia en el campo republicano.
El aspirante a la candidatura presidencial por el Partido Republicano Donald Trump, quien se mantiene puntero en las encuestas de opinión, ofreció ampliar los espacios donde los estadunidenses puedan portar armas, eliminando las “zonas libres” como son escuelas y bases militares.
“Voy a eliminar las zonas seguras en escuelas, hay que hacerlo, y además en bases militares, eso en mi primer día va a quedar firmado, en mi primer día”, refirió poco después del anuncio del mandatario, hablando ante miles de simpatizantes en Burlington, Vermont.
La reacción en el campo demócrata fue benévola, con Hillary Clinton y Bernie Sanders –entre quienes se definirá la nominación- declarando su apoyo a las medidas, y denunciando la postura extrema y obstruccionismo republicano frente al tema.
Aunque la medida fue bien recibida entre los estadunidenses, el nivel de escepticismo sobre su efectividad sobre los niveles de violencia armada es alto, ante el reconocimiento de los alcances del fenómeno y las limitaciones legales en las medidas de control.
Un sondeo de la cadena CNN/ORC mostró que casi siete de cada 10 estadunidenses apoyan las medidas, aunque casi seis de cada 10 creen que las medidas no serán efectivas para reducir el número de muertes por armas de fuego en el país.
La cifra de escepticismo se eleva hasta el 75 por ciento entre aquellos que poseen armas de fuego, cuyo universo en Estados Unidos se calcula alcanza en millones.
La tenencia parece haberse incrementado durante la presidencia de Obama, colocando la cifra de armas de fuego casi a la par de la población total del país.
Un reciente reporte de la Oficina de Investigaciones del Congreso (CRO), colocó en 310 millones el universo de armas de fuego en Estados Unidos para 2009, en medio de reportes sobre un incremento exponencial en las ventas desde 2012.
La cifra se colocó ligeramente debajo de la población oficial de 320 millones de habitantes, aunque el apetito por armas, alentado por temores infundidos a partir de las medidas recientes, no parece detenerse.
De acuerdo con cifras del FBI, las ventas de armas alcanzaron los tres mil 100 millones de dólares en 2015, con 21 millones de transacciones procesadas antes en 2014, aunque las autoridades sospechan que cuatro de cada 10 de éstas se dieron en transacciones privadas.
Encuestas recientes y pasadas han colocado el tema de la tenencia de armas como uno de los tres de corte doméstico que los potenciales electores seguirán con mayor atención en esta contienda presidencial, aunque poco se espera en la sustancia debido a lo irreconciliable de las posturas en una y otra arena.
Obama reconoció que las medidas no detendrán las muertes por armas de fuego y que el cambio que se busca a través de las mismas no sucederá de la noche a la mañana, como ocurrió con otros de igual trascendencia.
“Hacer frente a esta crisis de la violencia armada requerirá el mismo enfoque sin descanso por muchos años, a cada nivel. Si podemos enfrentar este momento con la misma audacia, alcanzaremos el cambio que buscamos”, apeló en un artículo de opinión.
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