México, D.F.-
Por vez primera, un equipo internacional de astrofísicos, entre ellos dos de la UNAM, detectó inesperados vientos vertiginosos moviéndose en el núcleo activo de la galaxia IRAS17020+4544, la cual tiene forma de espiral y es poco luminosa.
La observación en esta galaxia similar a la nuestra fue posible con el satélite XMM Newton de rayos X y reveló que los vientos ultrarrápidos estaban viajando a velocidades subrelativistas (del diez por ciento de la velocidad de la luz).
De manera frecuente estos vientos se detectan en agujeros negros ubicados en núcleos activos de galaxias, cuásares muy brillantes y en general en galaxias muy luminosas, detalló el Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE).
La investigadora del INAOE, Anna Lia Longinotti, explicó que este fenómeno se conoce como UFO, Ultra Fast Outflows y describe los vientos de gas expulsados por agujeros negros supermasivos que alcanzan velocidades del diez o 20 por ciento la velocidad de la luz.
Indicó que es un fenómeno de cierta forma nuevo que se observó desde hace apenas cinco años sobre todo en rayos X, en datos de baja resolución que no tienen la calidad para identificar las diferentes líneas de absorción por las cuales está formado.
La novedad de este viento con respecto a observaciones anteriores es que se detecta sobre todo por la presencia de oxígeno, destacó la también líder del proyecto.
Dijo que “en los modelos teóricos, estos vientos se modelan con propiedades extremas, con átomos de hierro altamente ionizados”.
“En la galaxia que observamos, mostramos que tiene toda una distribución de iones de oxígeno, y esperamos que esto pueda servir a quienes hacen modelos teóricos para desarrollar modelos más consistentes con las observaciones”, indicó.
Agregó que el equipo científico observó esta galaxia con un instrumento de alta resolución, el RGS (Reflecting Grating Spectrometer) que está a bordo del XMM Newton.
Gracias a la mejor calidad de los datos, detalló que “se detectaron una serie de líneas que nunca se habían observado, de hecho, cuando las vimos por primera vez no las reconocimos, nos costó bastante trabajo entender que esto era un UFO porque no se había observado antes”.
Abundó que “varios investigadores del equipo hemos trabajado con espectros de alta resolución y ninguno había visto algo así”.
Una de las contribuciones de este proyecto para la astronomía en general tiene que ver con el concepto de retroalimentación (feedback), que es una manera de suprimir la formación estelar en galaxias que tienen mucho gas, lo cual está previsto en los modelos de evolución de galaxias.
“La retroalimentación, hasta ahora, se ha observado y se espera a nivel teórico en galaxias y cuásares que son muy luminosos, que son producto de la interacción de dos galaxias que se funden, se mezclan, y hay una gran cantidad de gas para formar estrellas”, enfatizó.
“Es ahí donde se han observado los fenómenos de retroalimentación más conocidos: alta luminosidad, mucha energía y mucho gas”, explicó.
Refirió que el AGN, IRAS17020+4544, no tiene una luminosidad muy alta y, sobre todo, está en una galaxia espiral que no tiene ninguna huella de interacción, ni pasada ni presente, es una galaxia como la Vía Láctea donde no se tenía contemplado un fenómeno de este tipo.
Añadió que este es un resultado que deja abierta la posibilidad de que nuestra galaxia también haya tenido fenómenos similares en el pasado.
Mencionó que los investigadores que hacen modelos teóricos necesitan los resultados de proyectos como ésta para que sus modelos se enriquezcan con datos observacionales.
“A nivel aún más general es importante porque un agujero negro es una concentración de masa muy grande que se revela por la materia que le orbita o porque esta materia se enciende debido a la viscosidad existente”, puntualizó.
“Se sabe que alrededor de los agujeros negros sí se pueden producir estos vientos, que son importantes a nivel cosmológico porque básicamente sacan materia y gas de la región interna y los transporta hacia el medio interestelar enriqueciéndolo con hierro, oxígeno y otros elementos”, agregó.
De modo que “conocer con tanto detalle y profundidad cómo está hecho este viento añade más información sobre los agujeros negros”, apuntó.
Además de Longinotti, en esta investigación participaron los investigadores, del Instituto de Astronomía de la UNAM, Y. Krongold; de ESAC, en España, M. Guainazzi, M. Santos Lleo y P. Rodríguez Pascual.
Así como de INAF Istituto di Radioastronomia, en Italia, M. Giroletti; de INAF-IAPS Roma, Italia, F. Panessa; de SRON, Utrecht, Holanda, E. Costantini.
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